El espía inglés (The Courier – Irorbank) (**1/2)

Ataque a la guerra fría
Durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, el ingeniero Greville Wynne se infiltra como espía del MI6. Cuando la crisis de los misiles cubanos parece inclinar la balanza a favor del país soviético, comenzará a filtrar información sobre el plan que tienen en marcha los rusos y así evitar una catástrofe.
Aunque nos encontramos con una película de espías que tiende a lo convencional, muestra diversos aspectos que la convierten en más que interesante. La recreación que consigue Dominic Cooke de un capítulo trascendental de la Guerra Fría es muy atractiva. Desde Londres a Moscú, desde el Bolshoi al West End de la capital británica todo resulta muy creíble. El guion de Tom O’Coonor se basa en hechos reales y tiene como protagonista aun empresario británico, Greville Wynne -Benedict Cumberbatch-, reclutado por el MI6 y la CIA.
Los hechos se desencadenan cuando el coronel soviético Oleg Penkovski -Merab Ninidze- decide filtrar secretos del Krenlim ante la amenaza de Nikita Krushev -Vladimir Chuprikov- de desencadenar una hecatombe nuclear. Emily Donovan -Rachel Brosnahan- por parte americana y Dickie Franks -Angus Wright- por la británica le hacen ver que, aun si tener la más mínima preparación, puede salvar a su familia. Y de paso, a millones de ciudadanos de un enfrentamiento aniquilador entre las dos grandes potencias. A mí, sería difícil convencerme.
Sobre todo, porque no son los mejores diálogos del film ni las más brillantes interpretaciones. Mucho más creíble es la acción de Penkovski, que se atreve a traicionar a su país para evitar la masacre. De esta forma, ambos personajes se conocen y aunque el ruso afirma que hay ojos y oídos delatores por todas las esquinas, logra que Wynne pase tal cantidad de documentos que su techo aun no ha sido superado. ¿Quién sospecharía de un británico que quiere hacer negocio y que se emborracha y se divierte como cualquiera?
Con los representantes del departamento de comercio soviético se comporta desinhibido. Acude por primera vez al ballet y disfrutará con Cenicienta, hasta emocionarse con una bella representación de El lago de los cisnes. A cambio, lleva a sus interlocutores por el paraíso de neón de la escena londinense en la época en que triunfaba el musical Sonrisas y lágrimas. Luego, la cinta entra en una fase letárgica e la que se recupera cuando se pone en valor la amistad de los dos personajes centrales y Wynne decir regresar a Moscú a costa de su vida.
Una vez capturados, Wynne pasaría dos años en una celda sufriendo torturas e interrogatorios inacabables. No es lo mejor del film, pero la labor de maquillaje consigue trocar un hombre fuerte de mediana edad en un esquelético prisionero. Resalta entonces la figura de su esposa, Sheila, que permite una destacada actuación de Jessie Buckley. Junto a Cumberbatch y Ninidze conforma un triángulo sobresaliente. Como la BSO de Abel Korzeniowski. El vals a trompeta que marca el tema central es uno de los temas musicales del año por lo que al cine se refiere.
El conjunto oposita a propuesta clásica, como en su día lo fue también El puente de los espías. No se rompen las normas de un género que suele funcionar muy bien cuando está hecho con respeto y a conciencia. Esas son características que asume El espía inglés. De paso, nos demuestra el valor de la amistad entre personas muy distintas y el hecho de que cualquiera puede convertirse en un espía. Wynne no lo era como tal. Simplemente ejercía de correo, aunque transportase documentos comprometedores de los que apenas tenía conciencia.