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Santos criminales (The Many Saints of Newark) (**)

6 noviembre 2021
Santos criminales

Los buenos principios

Precuela de la aclamada serie televisiva «Los Soprano», centrada en la juventud del gánster de Nueva Jersey Tony Soprano. El guion de la película ha sido escrito por David Chase, el creador de la función original de HBO y gracias a él conocemos a Dickie, el tío de Tony, con quien mantenía una relación especial.

Una de las situaciones que más me molestan de una precuela o una secuela es que se den por conocidos hechos que un espectador cualquiera no tiene la obligación de conocer. Cada película debe caminar por sí sola y no estar sujeta a circunstancias anteriores o posteriores que no se explican porque quedan deliberadamente fuera de la historia. La primera secuencia de esta producción nos lleva a un cementerio donde las voces de los muertos se hacen notar. Especialmente, la de Christopher Moltisanti que habla de su final.

Un buen principio, quizás, para los seguidores de la serie televisiva. No para el resto, porque no tenemos obligación de conocer a Christopher ni saber como le ahogó hasta la muerte uno de los personajes referentes de la pequeña pantalla. Al inicio, porque asistimos a la llegada en un barco procedente de Italia de Hollywood Dick Moltisanti -Ray Liotta-, acompañado de su nueva joven esposa, Giuseppina -Michela de Rossi-. Ni siquiera se produce una explicación coherente de los miembros del clan criminal de los DiMeo y las responsabilidades de cada cual.

La responsabilidad del argumento recae en Dickie Moltisanti -Alessandro Nivola-, y de refilón sobre su sobrino, un crío llamado Tony Soprano al que trata como un padre porque el realmente biológico está en la cárcel. Después de un acto detestable, pretende llevar a cabo buenas acciones. La principal, entrevistarse en la cárcel con Salvatore Sally Moltisanti, su tío, que probablemente no salga nunca de prisión debido a sus crímenes y al que también da vida Ray Liotta.

El por qué del ascenso de Dickie a lo más alto del cártel no se justifica, ni tampoco se acierta con los personajes femeninos. Desemboca en unas actuaciones pobres. Ya sea porque el intérprete no puede con el papel -Nivola-, o porque el rol no permite otra cosa que pasar sin ruido por delante de la cámara. Cuando era un crío, a los chavales se nos enseñaba a tener principios, dice Tony. Unos principios que no son buenos en el arranque de la cinta, en las actuaciones de los varones del clan y ni siquiera en lo que se refiere al respeto familiar.

Alan Taylor, un veterano de la serie televisivas de HBO y de un par de producciones de súper héroes, lidia con una historia que no se detiene en los sentimientos de sus personajes. Una de las características más interesantes y novedosas de la propuesta original se queda en el limbo. Se había conseguido enfatizar el lado humano y por primera vez sentías a los criminales mucho más cercanos de lo que pudieras suponer. A cambio, se da importancia a las revueltas racistas de comienzos de los setenta, principalmente en Newark.

Así emerge la figura de Harold McBrayer -Leslie Odom Jr.- que, pese a los efectos adversos que acumula es uno de los mejor definidos. Después de trabajar para Dickie tiene que marcharse a Carolina del Norte por la vía rápida tras haber tenido problemas importantes. Desconocemos las razones de su regreso ni por qué puede hacerlo. El caso es que se significa en los disturbios y se propone competir por el pastel que engullen los italianos. Los números son la única forma en que los negros pueden salir de esta ciudad hundida. Si él lo dice…

Harold es el antagonista, el trepador que conoce el negocio, se une a los más indeseables de los bajos fondos y comienza una guerra de imprevisibles consecuencias. Si no te gustan mis principios, tengo otros, decía Groucho Marx, pero el final tampoco convence. No hay una base firme para que Tony se haga cargo del negocio. Hay que ser un fan de la serie para disfrutarla y, posiblemente, entenderla. El resto se las verá con un film entretenido centrado en la mafia, con sus acciones violentas y unos reprobables entresijos familiares que no pasará a la historia.

From → Cine

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