El perdón (Ghasideyeh gave sefid – Ballad of a White Cow) (6,9/10)

Una mujer cuyo marido es ejecutado pasa por apuros a la hora de cuidar de su hija sorda. Al descubrir que la sentencia de muerte es errónea, y que el principal sospechoso es en realidad el único testigo que incriminó a su marido, comienza una batalla silenciosa contra un sistema cínico por su propio bien y el de la niña.
El trabajo como actriz de Maryam Moghadam es admirable en la que significa su segundo largometraje como protagonista. Ella también es una de las guionistas y la codirectora, junto a la también debutante Behtash Sanaeedha. Presentada a concurso en Berlín y ganadora en Valladolid en el apartado de mejor dirección novel, trata de la pena de muerte y de la postergación de la mujer en Irán. Mina, la protagonista, llora cuando va a la cárcel en la que será ahorcado su marido, acusado de un crimen aceptado y no recurrido.
Un año después, la mujer vive con su hija Bita, sorda de nacimiento. Intenta salir adelante con su trabajo en una empresa de envasados lácteos mientras soporta las presiones de su cuñado para que contraiga matrimonio con él. Su vida da un vuelco al ser llamada por las autoridades y recibir la noticia de que su marido fue condenado injustamente y que el verdadero culpable ha confesado el asesinato. No pueden devolver la vida a Babak, pero compensarán a su familia por el equivalente al valor de un hombre.
Una mujer luchadora
Las presiones sobre ella van en aumento, e incluso su suegro amenaza con denunciarla si no reparte el dinero. Por su parte, Mina exige una satisfacción mayor, y que las autoridades reconozcan públicamente su culpa. Llega a denunciarlo en un diario cuando surge Reza -Alireza Sami Far-, que se presenta como un amigo de Babak, a quien presuntamente le debía dinero. Poco a poco, descubrimos que hay intereses ocultos por su parte. Es un hombre angustiado que acaba de perder a su hijo y a quien Mina socorre después de una afección cardíaca.
El hecho de meter en casa a un hombre ajeno a la familia hace que la protagonista sea repudiada por los suyos, se quede sin trabajo y que se le rescinda el contrato de alquiler del piso. No le queda más remedio que luchar por su hija, quien también tiene problemas en el colegio. Encontrará apoyo incondicional en Reza, que le ofrece una vivienda mucho más lujosa de la que tenía a un precio extremadamente asequible.
Sin concesiones
La puerta en escena es descarnada y especialmente minimalista. No hay nada superfluo en el decorado y ni siquiera puede hablarse de banda sonora. La cámara es obsesiva con las reacciones del personaje central, e incluso busca una simetría en la mayoría de los encuadres. Por lo que afecta al espectador, las sorpresas se producen al mismo tiempo que Mina las va conociendo. Por eso, de la posible sinrazón de la pena de muerte y la discriminación de la mujer, se pasa al perdón fundido con la venganza.
Las autoras se empeñan, no obstante, en denunciar de forma prioritaria como las costumbres locales coartan la libertad femenina. La película comienza y termina con una vaca en el centro de una prisión en la que hombres y mujeres permanecen en fila a su alrededor. La surah de la vaca, animal sagrado en varias religiones, hace referencia al sacrificio exigido a Moisés por Yahvé. De ahí el título en inglés de la propuesta: La balada de la vaca blanca. Mina trabaja en una empresa láctea y las referencias son evidentes.
Estreno en España: 3 de junio de 2022 (105 minutos).