Un lugar tranquilo 2 (A Quiet Place. Part II) (***/2)

Monstruos ciegos, ruido extremo

La familia Abbot debe enfrentarse a los peligros del mundo exterior mientras lucha en silencio por sobrevivir. Forzados a aventurarse en lo desconocido, pronto se dan cuenta de que las criaturas que cazan orientadas por el sonido no son la única amenaza que acecha más allá del camino de arena.

Una de las películas más rentables de 2018 fue En un lugar tranquilo. Multiplicó sus beneficios y favoreció que John Krasinski atacara una secuela basada en los personajes creados por Scott Beck y Bryan Woods. Con un presupuesto muy incrementado, cambia de escenario para proyectarse con más secuencias a la luz del día y mayor cantidad de diálogo. El enemigo a batir, como entonces, los extraterrestres ciegos guiados por el sonido.

Hay referencias al original desde el principio, con el partido de béisbol sobre el que se proyecta la amenaza. También el camino de arena que disimula las crepitaciones y en el que puede verse la tumba del chico desaparecido, así como el sonido de alta frecuencia que afecta a los monstruos. Por eso, la pequeña y sordomuda Regan -Millicent Simmonds- no se separa de un amplificador portátil de guitarra y un micrófono. Ha ideado un sistema para emitir a través de su audífono y elevar el volumen para dirigirlo contra los adversarios.

Durante el juego de pelota en el que participa el pequeño Marcus -Noah Jupe- se produce una serie de explosiones que provocan la desbandada. Aparecen los alienígenas y la familia se separa. Lee Abbot -John Krasinski- está dispuesto a sacrificar su vida por los suyos. Capitaneados por la madre de familia, Evelyn -Emily Blunt-, logran ponerse a salvo momentáneamente. Para ello, encuentran la colaboración de Emmett -Cillian Murphy-, que controla y se ha hecho fuerte en una fábrica abandonada.

Pide a los recién llegados que se vayan al día siguiente ante la escasez de víveres y oxígeno. La presencia de un bebé de color recogido por Evelyn durante los disturbios ablanda un poco a Emmett, quien definitivamente se entrega a la supervivencia conjunta cuando Regan le recrimina que su padre ha dado la vida por ellos y que entre todos deben buscar una salida. Los monstruos no son los únicos enemigos. A ellos hay que unirles la lucha personal y la necesidad de cooperación para hallar una salida.

Una emisión radiofónica en la que se repite incesantemente una misma melodía les da ánimos. Es posible que haya otros supervivientes. Los encontrarán en una isla porque los alienígenas, además de verse afectados por el ruido, no saben nadar. Ahí reside la posibilidad de que la especie humana salga airosa, aunque no indemne, en una aventura bien orquestada que apenas nos permite un minuto de tranquilidad. Si en la entrega anterior todos estábamos callados en el patio de butacas, esta continuación es más ruidosa.

En muchos aspectos se abraza a las constantes más lógicas del género de terror. Especialmente en los sustos por el incremento de volumen o por la desigual partitura de todo un especialista, Marco Beltrami. Escandaloso en ocasiones, y suficientemente intimista en aquellos pasajes que lo merecen. Desde que Regan y Emmett abandonan la vieja fábrica todo lo que sucede es convencional. Ajustado a los parámetros establecidos. Sin embargo, Krasinski hace que los veamos como novedosos.

Ataca el desenlace en tres frentes. La niña y el amigo sufren en el exterior al mismo tiempo que Evelyn y Marcus se enfrentan a las amenazas en un espacio interior, y cada uno por su lado. Las acciones son paralelas, pero diferentes en cuanto al escenario y la forma de comportarse de los enemigos. Como si fueran tres historias semejantes en una. La inversión económica es evidente, aunque los extraterrestres podrían haber sido más originales. A pesar de la intervención de la compañía ILM se nos antoja la parte más endeble.

La propuesta entretiene entre sustos, acción y alguna que otra reflexión. Ver a Marcus empuñando un arma de fuego nos corta el aire, pero enseguida recuperamos la tensión viendo como los dos adultos y la hija mayor de los Abbot trabajan a destajo para controlar una situación que cada vez se muestra más complicada. Habrá tercera parte, y si mantiene el nivel de las dos anteriores habrá cumplido con creces.