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HOTEL TRANSILVANIA

23 octubre 2012

Hace 118 años que el Conde Drácula ha creado un castillo para su hija Mavis prácticamente inaccesible para los humanos. Cuando la chica llega a su mayoría de edad, 118 años, su padre le prepara una fiesta de cumpleaños a la que no falta ninguno de los monstruos dignos de aparecer en cualquier antología. Pero en la cita se ha colado un personaje inesperado.

La propuesta de Hotel Transilvania pasó por diversos avatares hasta su estreno. Entre ellos el paso de dos dimensiones a la versión tridimensional y la presencia como director de Genndy Tartakovsky, muy famoso en el mundo televisivo gracias a El laboratorio de Drexter y, sobre todo, a Samurai Jack. Pero su mundo rompedor y casi genial – que debe continuar con su apuesta por su versión futura de Popeye– no se aprecia en esta producción que tiene a Adam Sandler como uno de los responsables tras las bambalinas.

Lo cierto es que la cinta comienza bien, mostrándonos como Drácula tiene una adorable hija que alcanza su mayoría de edad, y la forma en que ha decidido protegerla de los malvados humanos, quienes poseen tridentes y recurren al fuego con el fin de eliminar a los monstruos. Para la pequeña Mavis y para el resto de congéneres decide crear un hotel a salvo de sus enemigos y al que se llega solamente después de atravesar pasajes tenebrosos que harían retroceder a cualquier intruso.

Entre canciones y algunos gags interesantes conocemos a toda la parafernalia de esa parada de los monstruos, e incluso al único ser humano que, casualmente, se adentra en él para formar parte de un festín al que no ha sido invitado. Pero ahí se acaban las sorpresas y todas las gracietas que vienen a continuación son recurrentes, a excepción de tópicos reiterativos, que incluyen la esperada, lógica y pastelera historia de amor. Llegados a este punto nos asalta la duda del público al que va dirigido esta cinta. Desde luego, a los padres no, aunque puede que los más pequeños disfruten con esta incitación a disfrazarse para la noche de Halloween y disfrutar con la música disco.

Hay momentos que recuerdan a Monstruos S.A., y otros que pertenecen a la más pura parodia de los seres que han estado presentes en nuestras pesadillas infantiles. Algunas situaciones tienen gracia: ¿Si meto mi mano en la boca del Hombre Invisible mi mano también se volverá también invisible? Es cierto que Hotel Transilvania está muy bien hecha técnicamente, y no es menos seguro que gustará el movimiento de la cámara, que apenas da tregua al espectador.  Sin embargo, los adultos empezarán a desinteresarse pasados los primeros veinte minutos. La duda está en saber si a los pequeños les sucederá lo mismo.

Hay otro punto a favor en el film: el cuidado doblaje. Así sucedió también en Estados Unidos y en el resto de los países donde se ha estrenado. La música también colabora, con buenas voces en castellano y un rap final que debería convertirse en popular.

From → Cine

One Comment
  1. “No me propuse hacer una película para niños; mi intención era hacer una película sobre la infancia”, dice el director Spike Jonze, cuya adaptación para la gran pantalla del entrañable clásico de Maurice Sendak Donde viven los monstruos fue realmente un acto de amor. En ella, explora aún más los temas que Sendak planteaba y que Jonze cree que siguen teniendo relevancia para todas las generaciones. “Trata de lo que se siente al tener ocho o nueve años y entender el mundo, la gente que te rodea, y las emociones que a veces son imprevisibles o confusas—que es en realidad el reto de asumir las relaciones toda tu vida”, dice. “No es diferente a esa edad”.

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