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Madre! (Mother!) (***)

29 septiembre 2017

Madre!: Una Creación muy personal

Un matrimonio lleva una vida aparentemente apacible en una casa aislada cuando el marido invita a un hombre a quedarse bajo su techo. Más tarde aparece la esposa de éste último, sus hijos y mucha más gente hasta que se desarrolla un caos imprevisible. La propietaria de la mansión ya no aguanta más, especialmente cuando tiene lugar una enorme tragedia.

Una de las variantes que pueden apreciarse en el séptimo arte es el cine comprometido con el pensamiento, alegórico, existencialista y, sobre todo, personal. Cuando te encuentran con uno de estos ejemplos, que se parece a una bofetada o a quedarte desnudo en medio de una multitud sólo cabe la posibilidad del maniqueísmo: o lo odias o te conviertes en un seguidor de esa nueva religión. Eso es lo que sucede con la última película de Darren Aronofsky, responsable de cintas como El luchador, Cisne negro, pero también de Noé.

Algo habrá visto el cineasta neoyorquino cuando rodó la historia del diluvio que reaparece con una puesta en escena que remite a la Biblia y que, como en el caso de su lectura, pueden extraerse tantas conclusiones como espectadores. Él –Javier Bardem- es un escritor que busca la inspiración. Ella –Jennifer Lawrence-, dispone su nueva casa, una mansión aislada, y tiene visiones, como las de un corazón entre las paredes. Se pregunta dónde está Él, del que sabemos que tiene un estudio de trabajo en el que está depositado un cristal, el único objeto que se salvó de un incendio años atrás.

De repente llega un Hombre –Ed Harris-, un supuesto médico seguidor de la obra de Él, quien se siente halagado por ello. Le gusta que reconozcan su trabajo y eso le reconforta su ego. Poco más tarde, aparece Ella –Michelle Pfeiffer-, y después sus dos hijos –Domhnall Gleeson y Brian Gleeson-, hiriendo mortalmente el mayor al pequeño en disputa de la herencia familiar. La casa se llena de gente que acude al sepelio, se producen enfrentamientos de todo tipo hasta que la pareja protagonista hace el amor, aunque Él, aclamado por quienes le rodean, rehuía a su esposa hasta ese momento. Ella queda embarazada y, cuando da a luz, la multitud quieren conocer al bebé, entregado por sus padres para un sacrificio cruento…

Todo parece absurdo, un caos sin sentido pero, como si de un efecto mariposa se tratase, cada punto está en su lugar. Cuando Ella ve que el Hombre tiene una serie de espasmos comprueba una cicatriz en su costado. La costilla de Adán con la que se dio vida a Eva. La Mujer, aunque lo tenía prohibido, come del árbol prohibido, el despacho de Él, del Jardín del Edén y se rompe el cristal que simboliza el corazón del Creador. Los hijos son Caín y Abel. El bebé es el Mesías que se sacrifica por la Humanidad. Entonces, surge la pregunta: ¿Javier Bardem representa fielmente a Dios y Jennifer Lawrence a la Tierra?

Surgen tantas interpretaciones como espectadores, tal y como sosteníamos arriba. La propuesta de Aronofsky invita a pensar, a deliberar una vez acabada la proyección, pero no es una producción apta para todos los públicos. Su mezcla de drama, terror y thriller psicológico es una alegoría personalísima con la que no se puede estar de acuerdo en todas sus premisas pero que muestra una puesta en escena tan original como su argumento, especialmente en su aspecto claustrofóbico, insistiendo hasta la saciedad en los planos cortos de su protagonista y apoyándose en unos actores que dignifican su trabajo, especialmente ellas, incluida la Editora/Heraldo –Kristen Wiig-. Destaca una Michelle Pfeiffer intrigante y manipuladora, que da mucho sentido a la película. Cuando Ella insta a marcharse a los primeros visitantes, la Mujer le replica: ¿Tú, o nosotros? Toda una declaración de intenciones.

Nos hallamos ante un Dios inmortal pero que no se antoja todopoderoso. Un Creador ególatra y egocéntrico, contrapunto de una Madre Tierra sufrida y complaciente. El pecado original, representado por ese allanamiento del despacho del escritor y el cristal roto en mil pedazos, lleva a la inevitable aniquilación de la sociedad, y de nada vale que se envíe al Hijo como acto de redención. Será su progenitora quien tome la solución más drástica. Incluso, la llave para que todo vuelva a comenzar, detalle que se da la mano con las creencias indostánicas de varias creaciones fallidas.

Una cinta extraña, pero a la vez original, que se nutre de propuestas clásicas y bebe en fuentes de creadores como Luis Buñuel o Roman Polanski. Su responsable sabe lo que quiere y la manera de mostrarlo, aunque el guion interese más o menos. El terror psicológico está bien construido gracias al trabajo de su reparto, el drama funciona en cuanto se encaja el puzle y la parte del terror es la menos agraciada, ya que los sustos no resultan tan originales como el resto de la propuesta. La fidelidad también cosiste en creer y eso es lo que sucede con este largometraje. Hay que creer en él para disfrutarlo. Otra cosas bien distinta es que sea fallido en diversos aspectos y que, como toda doctrina, tenga sus claroscuros y dogmas a discutir.

From → Cine

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