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La gran enfermedad del amor (The Big Sick) (***)

1 noviembre 2017

Una pareja se conoce en un establecimiento especializado en monólogos. Aunque pertenecen a religiones distintas, lo que se suponía una noche de amor se transforma en una relación seria. La unión se rompe cuando ella descubre que él está apegado a su familia y a sus raíces, justo en las horas previas a que se le diagnostique una enfermedad grave.

Muchas veces la sinopsis tiene poco que ver con el desarrollo de una película, al tiempo que los tráiler suelen mostrar demasiado, o lo mejor y más destacado, a veces lo único, de su contenido. No es el caso de esta producción independiente de Judd  Apatow, puesto que en modo alguno parece uno de los títulos respaldados por este neoyorquino, que normalmente escribe, produce o dirige –a veces las tres cosas-, comedias más o menos burdas que tienen en la escatología uno de sus mejores puntales en taquilla. La sinopsis, que acerca al drama, e incluso a la tragedia, no se corresponde esta vez con el contenido, mientras que el tráiler incide en los momentos más hilarantes sin reparar en el lado serio de la propuesta.

También llama la atención el hecho de que su cabecera de reparto, el actor Kumail Nanjiani, sea también el guionista, en colaboración su esposa, Emily V. Gordon, y que los sucesos estén basados en hechos reales que ellos mismos protagonizaron. Esta es la primera colaboración entre Kumail y el director Michael Showalter después de Hello, My Name Is Doris -2016-. Se inicia en Chicago, donde un grupo de monologuistas se preparan para actuar en público. Disponen de cinco minutos cada uno y se trata de un día especial puesto que entre el público se encuentra el responsable del Festival de Comedia de Montreal en busca de nuevos talentos.

Kumail no será el elegido, pero durante su actuación una joven interrumpe sus frases. Tiempo después, él se acerca a ella con su truco más útil, escribir el nombre de la muchacha en urdu. Lo que parece ser una noche de pasión se convierte en una relación estable entre Emily Gardner –Zoe Kazan- y el aspirante a estrella, que cubre sus gastos como chófer de Uber. Como en toda historia, se producen altos y bajos. El más profundo llega cuando Emily descubre que Kumail guarda en una caja fotos de mujeres ataviadas con ropa típica de Pakistán. Su novio no le ha confesado que su familia es muy tradicional y que esos retratos se corresponden con las posibles parejas que le ha buscado su madre hasta el momento porque en su país los matrimonios son siempre concertados. Tampoco le ha hablado a su familia de Emily, porque sería repudiado y desheredado.

Ese hecho quiebra la unión de la pareja poco antes de que ella sea ingresada en un hospital y que, por circunstancias del destino, sea el propio Kumail quien tenga que firmar el consentimiento para que entre en coma inducido. De inmediato llama al matrimonio Gardner, pero Beth –Holly Hunter- y Terry –Ray Romano-, que sí están al tanto de los amores de su hija, se muestran indiferentes con Kumail, e incluso pretenden que se aleje. Únicamente la insistencia del joven de origen pakistaní y su perseverancia en acudir diariamente al hospital puede cambiar la inercia. Mientras, la afección pulmonar que padece Emily se extiende a otras partes del cuerpo.

Se puede acusar a este título de un excesivo metraje, especialmente en la parte final. Pero entre sus virtudes figura la inteligencia con la que se desarrolla. Showalter firma su mejor largometraje y, aunque el inicio parece una comedia romántica más, la inclusión de la enfermedad de la protagonista femenina le aporta una profundidad prácticamente desconocida en este tipo de filmes. Sabe jugar con el choque de culturas y el drama no se tensa demasiado, aunque las emociones afloran a la superficie conjugando el llanto, aunque no demasiado, con la sonrisa casi constante.

A destacar la participación de sus dos actrices principales. Holly Hunter, oscarizada por El piano -1993-, vuelve a lucirse como actriz y Zoe Kazan confirma su progresión como una intérprete que deja de ser una promesa para convertirse en una realidad palpable. Precisamente, la interrupción del monólogo del protagonista se extrae de una anécdota de la propia Holly Hunter, cuando lanzó un grito de ánimo en un partido de tenis en favor de un deportista desconocido. Otros aspectos, como los textos que escribe Kumail, y que hacen referencia a su país, parecen devenir de un medio metraje para televisión que él mismo escribió y protagonizó. No resultan especialmente motivadores pero tampoco desentonan visto el ambiente que se respira en su familia.

From → Cine

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