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Museo (**1/2)

24 noviembre 2018

El robo del siglo en Navidad

Recreación de las circunstancias que rodearon el robo de decenas de piezas arte precolombino del Museo Nacional de Antropología de México DF en 1985. Aunque en principio se atribuyó el saqueo a ladrones profesionales, la policía se encontró con que se trataba de dos jóvenes que vivían en Ciudad Satélite.

El día de Nochebuena de 1985 unos ladrones se llevaron alrededor de ciento cincuenta piezas de arte precolombino del Museo de Antropología de la capital mexicana. Entre ellas, se incluía una valiosa máscara funeraria de jade que de inmediato entusiasmó a uno de los autores, según el relato cinematográfico de Alonso Ruizpalacios, que se alzó con el premio al Mejor Guion en la Berlinale.

En su anterior film, Güeros -2014-, partiendo igualmente de una historia real, ya recurría a la insatisfacción juvenil, a una rebeldía que desembocaba en acciones inimaginables en condiciones normales. En este caso, el cerebro del asalto es Juan Núñez –Gael García Bernal-, quien no ha terminado la carrera de veterinaria. Vive en el seno de una familia sin apuros que habita en Ciudad Satélite, un desarrollo urbano dominado por altas construcciones coloristas y situado a más de veinte kilómetros de la capital federal. No se siente a gusto, discute con todos los allegados, incluso con su padre médico –Alfredo Castro-  y llega al cénit cuando les dice a sus sobrinos donde están los regalos de Santa Claus y que éste, naturalmente, no existe.

Tras la muerte de su abuelo, esa noche tenía que disfrazarse y repartir los regalos, pero prefiere quedar con su amigo Benjamín Wilson –Leonardo Ortizgris-, el narrador de la historia, en el sitio de siempre. También abandonó sus estudios de veterinaria y es capaz de hacer lo que sea por Juan, aunque si es algo complejo primeramente expresa sus dudas. Es capaz de abandonar prácticamente a su suerte a un padre al que le han dado pocas semanas de vida para acompañar a su colega.

Así llegan al museo, que no posee extremas medidas de seguridad. Entran por el conducto de ventilación y se hacen con un botín importante. El problema será venderlo. Para ello, viajan al sur del país para contactar con un guía turístico llamado Bosco –Bernardo Velasco-, quien a su vez les presentará a un coleccionista británico, Frank Graves -Simon Russell Bale-. Para entonces, el relato fílmico se ha apartado suficientemente de la tradicional historia de atracos. Ruizpalazios, que se caracteriza por ir más allá de los convencionalismos gira hacia el intimismo, se hace adalid de lo sosegado y brinda una propuesta horneada a fuego lento. Desigual en algunos pesajes, confusa en otros, y con un metraje exagerado, pero que no admite la indiferencia.

El responsable del film ha modificado las identidades reales, lo que le ha dado mayor libertad para afrontar su personalísimo proyecto que, aparte de su recreación ofrece unas imágenes atractivas del arte más primitivo de México. Se insiste que no se llame precolombino, ni siquiera prehispánico. Siempre mesoamericano. Su protagonista no roba principalmente por dinero, ni por afán de notoriedad o alguna otra oscura razón. Simplemente, se siente atraído por las piezas antiguas, y quedó obsesionado cuando su padre le llevó a ver de niño el monolito de Tláloc, el dios de la lluvia del pueblo de San Miguel de Coatlinchán. Se lo llevaron a la capital sin duelo casi con nocturnidad y alevosía. Un pretexto para que pase de soslayo los expolios culturales.

El protagonista, que toma el lugar de Carlos Perches Treviño, capturado en 1989, se queja de Ciudad Satélite. Sostiene que sus habitantes llegan cansados del trabajo y, en lugar de estar con la familia, se sientan ante la televisión para irse a la cama cansados. Un círculo vicioso de agotamiento que parecen incapaces de superar. Inicialmente, no cae bien el protagonista, pero se le tomando cariño. Incluso se podría pensar que es una especie de Quijote al que acompaña un Sancho que, pese a los riesgos, le sigue de manera incondicional. Un thriller ingenioso, extremadamente sosegado para el género y que busca enriquecerse con una serie de aristas que lo enriquecen, pero que al tiempo desesperan a quienes busquen, cuando menos, una pizca más de acción.

From → Cine

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