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Antes de la quema (**1/2)

7 junio 2019

Chirigota rima con droga

Mientras se prepara para el próximo concurso de chirigotas, Paco intenta sacar adelante a su familia como puede. Su padre falleció, su madre es dependiente, su hermana está en la cárcel y él no consigue un empleo estable. Precipitado por los acontecimientos, se mete de lleno en un intento de robo de grandes dimensiones.

Fernando Colomo disfruta con un cine costumbrista y nos hace disfrutar a todos. Generalmente, no recurre a guiones muy rebuscados, pero suele apelar a diálogos ingeniosos, en este caso firmado por Javi Jáuregui, y nadie tiene que enseñarle como debe utilizar la cámara para sacarle partido a sus historias. Surgido al socaire de la movida madrileña, se ha imbuido en el espíritu gaditano y nos deja una comedia que encaja de lleno con el espíritu del carnaval.

Los diálogos superan al argumento. El tipo marginal que colabora sin premeditación inicial en un a banda que pretende dar un gran golpe no es nada nuevo. Sí lo es el hecho de que el núcleo central de su película sea el alma mater de una chirigota. Así vivimos una Tacita de Plata inmersa en el carnaval, con las carrozas, los disfraces en la calle y el Teatro Falla y las representaciones que concentran el alma de la ciudad y de sus gentes. Además, se efectúa una clara crítica social, con un pueblo que acusa la falta de trabajo estable, que coquetea con la droga y hace de la supervivencia un estilo de vida diferente y peculiar. Para muchos gaditanos, se dice, cotisar –cotizar- es una marca de güisqui.

El cineasta, acostumbrado a un cierto sentido minimalista en su puesta en escena, como por ejemplo una misma funcionaria de prisiones en dos circunstancias distintas, se ve obligado a mover más figurantes de lo acostumbrado, y también más personajes de lo que suele. De todas formas, el protagonista absoluto en Paco, un gaditano en paro que sobrevive a base de trampas, pecados veniales en todo caso. Más cerca de un pícaro que de un delincuente. Lo interpreta Salva Reina, ese actor que aun siendo canario asume el espíritu de la capital andaluza para decir la frase más graciosa con el gesto más serio.

Su padre acaba de fallecer a resultas de un disparo durante un atraco, su hermana Meme -Maggie Civantos- está punto de cumplir su condena por haber pasado droga y su madre -María Alfonsa Rosso- es dependiente. Por eso acepta un trabajo a tiempo parcial para lavar la cara al jardín del mayor almacén de droga confiscada por las fuerzas del orden y que será quemada el día de la inauguración. Mientras, prepara su chirigota. Fue la sorpresa del año anterior llegando a la final y ahora se viste de camello para referirse a una lacra social a la que se entregan mucho de sus convecinos para arreglar su vida ante la falta de oportunidades.

Su problema más acuciante es haber conocido a El Tuti -Joaquín Núñez-, el mayor capo de los alrededores. Paco le cayó en gracias durante una de sus actuaciones y el mafioso le ha cogido cariño. Cuando se entera donde está trabajando, llama a El Gallego -Manuel Manquiña- para que prepare un golpe en el que el protagonista tendrá que echar una mano colocando un chivato en el furgón que traslada los alijos, amén de otros pormenores relacionados con el atraco. Se estima que el botín alcance unos noventa mil kilos de hierba.

En realidad, Paco juega muchas partidas al mismo tiempo. No solo tiene en mente el concurso del Teatro Falla, también se compromete en ayudar a los suyos, vengar la muerte de su padre ejerciendo de soplón a un amigo policía -Vicente Romero- y flirtear con Rosario -Manuela Velasco- la conductora madrileña al servicio de El Gallego. Mucho para un hombre solo, por lo que Salva Reina tiene que ajustarse a un papel que le exige diversos matices. Lo hace acoplándose a un estilo monocorde, el de un tipo que no cambia el rictus ni en las buenas ni en las malas.

Cádiz y su idiosincrasia se convierten en un personaje más. También sus habitantes y el estilo de vida a la que su gente se ha visto obligada. No hay derroteros políticos en esta puesta en escena, solo drama social. Y éste último queda relegado por un Carnaval que todo lo puede, que se eleva por encima de credos. Es un sentimiento que se lleva todo por delante. Por mucho que se puede entender la película como un relato desigual, aunque tenga más calidad en la forma que en el fondo, el resultado final es agradable aunque la secuencia última sea un canto a la galería más que una respuesta lógica a la personalidad de su protagonista.

From → Cine

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