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Mario y los perros (***)

21 junio 2019

Crónica de una obra maestra

En 1962 Mario Vargas Llosa termina en París su primera novela, La ciudad y los perros. Con un estilo totalmente novedoso dentro de la literatura latinoamericana, adapta vivencias de su juventud y soporta un duro peregrinaje hasta que la obra sale a la luz. Gracias un editor español pudo burlar a la censura.

Fue en 1962 en París cuando Mario Vargas Llosa terminó su primera novela, La ciudad y los perros. Quería vivir de la literatura y estuvo a punto de abandonar porque solo encontraba rechazos para publicarla. Fue un poeta y editor español, Carlos Barral, quien confió en ella. Tuvo que luchar después, aunque consiguiera un premio de cuyo jurado él mismo formaba parte, con la implacable censura. A pesar de que había accedido al Ministerio de Información y Turismo el gallego Manuel Fraga Iribarne, que intentaba un cierto aire aperturista, hubo que rectificar una serie de acotaciones marcadas por la oficina que entonces dirigía el cuñado del titular de dicha Cartera, Carlos Robles Piquer.

Andando el tiempo, aquel muchacho nacido en Piura, al norte de Perú, ganaría, entre otros galardones, el Premio Cervantes y el Nobel, las dos máximas distinciones al que un autor en castellano puede aspirar. Chema de la Peña, cuya labor como documentalista supera a la de su faceta de creador de ficción, desvela los pormenores que desembocaron en la redacción de este texto considerado clave en el despertar de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX.

A los once años, después de una existencia tranquila y diríamos que feliz, Mario recibe por boca de su madre la noticia de que su padre realmente está vivo. Hasta entonces le habían ocultado que se marchó de casa cuando se había alcanzado el quinto mes de gestación. Los tres juntos marchan a Lima en un viaje que comienza a marcar la posterior personalidad del chico. Deja atrás la infancia para adentrarse en el túnel que desembocaría en un ser adulto. El desplazamiento y algún personaje posterior figurarán por derecho propio en su primera novela.

Tras el golpe militar ingresa en un colegio de prácticas castrenses, autoritario como era su padre, donde sufre vejaciones y una disciplina estricta. Lo superó refugiándose en la literatura, dejándose llevar por reconocidos autores franceses creadores de mundos de fantasías que le transportaban. Hablamos de Julio Verne y Victor Hugo en dos etapas diferentes. En la Universidad, donde estudia derecho, se afilia a una célula comunista clandestina y queda seducido por autores como Juan Gelman, Karl Marx y sobre todo Jean Paul Sartre.

Para los autores hispanoamericanos la ciudad de París siempre fue un referente. Junto a su esposa Patricia viaja a la capital francesa donde piensa vivir como escritor. José Luis Borges es el referente para una generación que contaba con autores incipientes como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez e incluso un Julio Cortázar que, aunque mayor, mostraba una apariencia mucho más juvenil. Vargas Llosa Había comenzado a ganarse la vida escribiendo cartas de amor a los compañeros de su juventud. Más tarde, sus emolumentos llegaban gracias a sus colaboraciones periodísticas y en La Ciudad Luz no iba a ser menos. Clases de español y trabajos en radio y prensa hasta que termina una novela que nadie quiere publicar. El resto, prácticamente es historia.

Chema de la Peña describe con su propia fotografía en blanco y negro los pormenores que llevaron a aquel muchacho de Piura a terminar en París una novela fundamental en las letras castellanas contemporáneas. Bordea en algunos momentos el thriller, lo que aporta un mayor interés para el espectador. Muestra imágenes del camino que conduce de Arequipa a Lima, así como de construcciones típicamente parisinas con la Torre Eiffel al fondo. El tratamiento de la imagen tiende a la oscuridad para que se puedan compensar como un todo las secuencias de archivo, que las hay en abundancia. Repite algunos planos, hecho que desmerece, pero a cambio cuenta con colaboraciones o recursos brillantes.

Entre las personalidades que aparecen en el documental, aparte del propio Premio Nobel, podemos citar a Alfonso Cueto, Carlos Aguirre, Rosa Regás, o el mismísimo Carlos Barral. Otro de los intervinientes es Carlos Fuentes, que se refiere a La ciudad y los perros como una obra escrita a martillazos. En conjunto, se refieren a la novela con influencias William Faulkner, Gustave Flaubert, Leon Tolstoi y Jean Paul Sartre. Todo un halago si consideramos que el norteamericano fue un referente para Vargas Llosa des el momento en que descubrió su prosa, admirando especialmente la novedosa fragmentación de que hacía gala en sus textos.

From → Cine

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