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Ventajas de viajar en tren (***)

6 noviembre 2019

La verdad y la locura

Una editora acaba de dejar a su compañero sentimental en un psiquiátrico del norte. Durante su regreso a la capital coincide en el tren con un extraño que afirma ser un doctor del centro hospitalario. Tras entablar conversación surgen historias inverosímiles, verdades que no lo son tanto y personajes de locura.

Esta claro. Después de ver esta película no le quedan a uno ganas de entablar conversación en cualquier tren con un desconocido. Mucho menos si afirma que es psiquiatra. En su debut cinematográfico Aritz Moreno ha adaptado una novela de Antonio Orejudo publicada el año 2000. Se trata de un relato ácido, surrealista, kafkiano en ocasiones y tan repugnante como atractivo. Tenemos muchos prejuicios. Y tanto. Lo cierto es que el largometraje se divide en tres capítulos, que bien pudieran ser cuatro.

El argumento llega a enroscarse hasta completar el círculo. Por eso, será mejor que hagamos una versión lineal en este comentario de una comedia negra que penetra como un cuchillo en nuestra mente tanto en su superficie como en el interior. Respecto a esta última parte, hablamos de un machismo exacerbado, de la explotación de niños por parte de organizaciones pretendidamente inmaculadas, del control exhaustivo a cada individuo, de la burocracia llevada al extremo, de las relaciones entre seres con deficiencias físicas, de la imposición paternal… de una locura, en fin, que puede plasmarse de muy distintas formas y en diferentes grados. Desde la esquizofrenia al último de los dieciocho tipos de enfermedades mentales que admiten los especialistas.

Helga Pato -Pilar Castro- en una editora en horas bajas que acaba de dejar a su compañero sentimental en una institución psiquiátrica del norte del país después de haberlo encontrado diseccionando sus propios excrementos. De regreso en el tren comienza a charlar con Ángel Sanagustin -Ernesto Alterio-, médico de la institución, quien le refiere el caso de Martín Urales de Úbeda -Luis Tosar-, que se enroló en el ejército por imperativo de su padre -Ramón Barea-. Destinado a Kosovo, conoció a una enfermera que se encargaba de un hospital infantil. Ella no dudó en prostituirse para obtener fondos hasta que, a cambio de una millonada anual en subvenciones por parte de la OTAN, la Iglesia y diversas ONG, se decidió a entregar a un niño al mes, supuestamente en adopción.

Al descubrir por uno de sus clientes que el destino final de los chavales era el abuso por parte de adultos y, finalmente, su participación en películas snuff donde eran sacrificados, finalmente desapareció. La historia le llegó al médico por parte de Amelia -Belén Cuesta-, hermana del supuesto militar. Cuando da con su paradero se encuentra al propio Martín disfrazado de mujer. En realidad, era basurero en Murcia cuando llegó a constatar que por medio de nuestros desperdicios los de arriba saben todo de nosotros, nuestros usos y costumbres al detalle

En cuanto a Helga, después de una aventura amorosa con un escritor ególatra, se unió sentimentalmente a un quiosquero amante de los perros llamado Emilio -Quim Gutiérrez-, quien poco a poco la fue humillando hasta convertirla en una más de la camada. Impresionante la secuencia en la que se escucha a Massiel cantar El amor, el tema compuesto en su día por Rafael Perez Botija. En una urbanización de Galapagar, próxima a Madrid, se encontrará con un chalé en cuya fachada hay una gran montaña de basura que nadie recoge por culpa de un defecto burocrático.

En este resumen están representados los tres capítulos del filme, al que debemos añadir otra historia. En la carpeta del psiquiatra se advierten diversos textos, uno de los cuales habla del encuentro sexual en País de dos disminuidos físicos que viajan desde España gracias a una organización a la que pertenecen. Se trata de Gárate -Javier Botet- y Rosa -Macarena García-. Otro relato, quizá más esperpéntico que el surrealismo que impregna una puesta en escena en la que su autora utiliza con acierto diversas ópticas y técnicas de montaje para subrayar su propuesta.

En conjunto, se trata de un trabajo que nos hace sentirnos incómodos en la butaca. El relato es brutal, entre lo agresivo y lo escatológico. Su interior, si lo tomamos en serio, resulta más tenebroso. El texto no deja títere con cabeza y nos habla de una sociedad depravada que sabe ocultar sus miserias, especialmente por parte de los poderos. En su apartado exterior, impera el absurdo, lo kafkiano y lo surrealista. Un debut acertado para una producción que se vuelve incómoda en todos los sentidos, que posee el acierto de un trabajo coral y que nos deja un agridulce sabor de boca. Cada apartado es una historia en sí mismo. Todos juntos llegan a abrumarnos.

From → Cine

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