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El huevo del dinosaurio (Öndög) (**1/2)

12 febrero 2020

La estepa y sus circunstancias

El cuerpo desnudo de una mujer aparece en la inmensa llanura de Mongolia. Debe quedarse allí toda la noche hasta que lleguen las autoridades y se encarga a un policía novato que vigile el lugar. Al mismo tiempo, piden a una lugareña que le acompañe para que defienda al chico de las posibles amenazas.30

Si me hubieran dicho antes de ver esta película que vería en la pantalla a una pareja haciendo el amor durante la noche apoyada en un camello me costaría creerlo. Podría pensar que se trata de una secuencia fruto del intelecto de cualquier creador surrealista o de un cómico provocativo. Sin embargo, es una de las imágenes a tener en cuenta de la última película de Wang Quan’an, ganador del Oso de Oro en Berlín con el trabajo de su debut, en 2006, y del Oso de Plata en 2012 gracias a su anterior film.

Este cineasta chino se había preocupado hasta ahora por los problemas de la modernización de su país, focalizándolo principalmente en la mujer. Se aparta de esa constante para trasladarnos a Mongolia, en el corazón de la estepa. Una inmensa llanura, comparable a la vasta extensión del océano. Todavía parece más grande por la colocación de la cámara, siempre a la altura de la línea del horizonte, moviéndola lo imprescindible, aunque no descarta la cámara en mano en algunos pasajes.

Aparece el cuerpo desnudo de una mujer y la patrulla policial correspondiente se encarga del caso. Toman fotografías, pero no pueden levantar el cadáver para investigar la causa del fallecimiento. Han de esperar a los responsables y, al no tener cobertura, deben regresar a la base para volver al día siguiente. Los lobos y el frío son las principales amenazas, y como alguien debe quedarse para no contaminar la escena, el jefe –Gangtemuer Arild- le encarga a un novato que recientemente ha llegado a la mayoría de edad y al que todavía no se le está permitido portar armas –Norovsambuu-.

Las posibilidades de supervivencia del muchacho son escasas, y para ello el jefe ordena a una pastora –Dulamjav Enkhtaivan-, único habitante en cien kilómetros a la redonda, que se quede con él para protegerlo. Con la promesa de regresar con comida, se marcha a lomos de su camello para guardar su rebaño y llamar a un hombre –Aorigeletu- para que le ayude a matar un cordero. Se trata de un personaje aficionado a la bebida, que se desplaza en moto y acude siempre solícito a la llamada de la pastora puesto que se siente atraído por ella desde hace tiempo.

La escopeta de la mujer ahuyentará a los lobos y será ella quien encienda el fugo que mitigará el gélido clima nocturno de la zona. El joven policía le confesará que nunca ha estado con una mujer y ella le ofrece una bebida que, sin duda, afectará los sentidos del agente de la ley y terminarán haciendo el amor. Ese pasaje, que debería ser lo contrario a morboso, se desarrolla de forma natural entre dos seres aislados que se dejan llevar por el entorno.

Wang Quan’an se recrea en las formas. Mastica su oferta con la misma pausa que los camellos rumian la yerba. Es la historia del mundo en la que el tiempo parece suspenderse, tanto por la puesta en escena como por las referencias textuales. Los dinosaurios poblaban el planeta y eran ovíparos. Sus cuerpos regresaron a la tierra y el hombre comió sus productos para reproducirse. Llegará un tiempo en que se completará el ciclo y los dinosaurios volverán a ser quienes manden. Además, se queja el hombre, en muchos países más avanzados se incinera a sus muertos en lugar de enterrarlos.

A la pastora se le apoda Dinosaurio. Ahora está embarazada y se asegura de la vida continúe. De un incidente en un lugar inhóspito se narra una historia excéntrica que comienza por embelesarnos y termina por hacernos languidecer. El ritmo lento favorece que se noten los descosidos y estos aparecen el guion. No hay cobertura, pero la pastora se comunica con su teléfono móvil con su admirador motorizado. Y el propio director juega con algunas trampas, colocando los objetos donde le conviene, aunque no sea la forma más lógica.

Luce el entorno por mucho que parezca yermo y rutinario y se aplican sus responsables con secuencias tan diferenciadoras como incongruentes. Después de tres días de parto, la pastora llama a su hombre para que ayuda a que un nuevo ternero venga al mundo. ¿Por qué hacerlo de noche? Sencillamente, porque queda más bonito a la luz de las linternas frontales y se aprovecha para remarcar el trabajo del director de fotografía Aymerick Pilarski. Hay más ejemplos de que prima la forma sobre el fondo.

From → Cine

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