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La profesora de piano (Lara) (***)

14 julio 2020

La emoción de la frialdad

Es el sesenta cumpleaños de Lara y su hijo Paul tiene programado el concierto de piano más importante de su trayectoria hasta la fecha. Fue ella quien proyectó su carrera musical y, aunque llevan varias semanas sin hablar, supone que será bienvenida en una fecha tan significativa.

Es difícil encontrar una mujer tan gélida como la protagonista de este segundo relato cinematográfico del alemán Jan Ole Gerster. Sorprendió en 2012 con Oh Boy, y ahora se ha decantado por un guion ajeno en torno a una mujer frustrada con la que es difícil empatizar. Lara es el típico personaje que provoca rechazo, o al menos que no entra por derecho propio en nuestras consideraciones. Sin embargo, la impecable labor del director y la interpretación de Corina Harfouch permite que la veamos de forma especial. Hasta el punto de llegamos a descubrir la emoción de la frialdad.

Una mujer está a punto de arrojarse por la ventana. Es Lara Jenkins, recién jubilada, que ese día cumple sesenta años. Alguien llama a la puerta y sus intenciones se desvanecen. Viste con ropas austeras y un rictus de desilusión y desengaño se dibuja constantemente en su rostro. Es una de tantas madres, y padres, que han volcado en sus hijos la frustración de lo no conseguido por ellas mismas. ¡Cuántos ejemplos nos ha dado el mundo del deporte en ese sentido! También el de la música, y éste es claro ejemplo. Ella se ha proyectado en su hijo Viktor -Tom Schilling-. Le ha preparado y guiado a lo largo de su trayectoria profesional y se presenta por primera vez con una composición propia.

Madre e hijo llevan semanas sin hablar, y ella termina adquiriendo prácticamente al aforo completo para distribuir las entradas entre aquellos que se cruzan en su camino. Desea que el concierto de Paul sea un rotundo éxito. Entonces es cuando surgen las tiranteces a causa de una existencia milimétrica programada por una madre acaparadora que vierte en su hijo todo lo que ella no ha podido conseguir. Por eso está frustrada y resentida. Ejemplo claro de lo opuesto a la autocomplacencia.

Hay paralelismos con La pianista, rodada por Michael Haneke en 2001 a partir de la novela de la ganadora del Nobel Elfriede Jelinek en cuanto a la relación maternofilial. En este caso, se hace especial hincapié en el resentimiento de haber echado una vida por la borda. Ese odio hacia sí misma, incrementado por la soledad autoimpuesta, lo proyecta Lara hacia los demás hasta el punto de que podríamos definirla como una mala persona. Sus carencias afectivas resultan tan evidentes como su desapego por quienes pretenden acercarse a ella, incluida su madre -Gudrun Ritter-.

En el film de Haneke destacaba la presencia de una espléndida Isabelle Huppert. No le anda a la zaga Corina Harfouch, si bien se enfrenta a un rol que le exige un registro diferente. En este caso tiene que lidiar con su hijo y no con su propia progenitora. Tom Schilling es intérprete de jazz además de actor, pero acepta con eficiencia la vulnerabilidad de Viktor. El suyo es un personaje con diversos matices que, finalmente, reivindicará su capacidad de autosuperación en una actuación menos comprometida y extensa que la del protagonista de Oh Boy.

Es curioso como Lara, aborrecida por quienes la conocen, todavía quiere impresionarlos aun cuando ya esté fuera de juego. Pretende hacerlo a través de su hijo, y no es consciente que con su vida arruinada también ha pretendido malogrársela a él. Su egoísmo en ese aspecto no tiene límites. Sus palabras son casi siempre hirientes y hasta ella misma se sorprende por la facilidad con la que salen de su boca. Es así y no puede evitarlo. Genio y figura…

Podemos hablar también de un rompecabezas psicológico cuya clave parece estar en manos del viejo profesor de piano de Lara -Volkmar Kleinert-. Gerster lo trasplanta a su puesta en escena. Desfilan por la pantalla su ex marido Paul -Rainer Block- y el taxista -André Jung- que recuerda haber escuchado a alguna vez a Viktor. De todas maneras, para comprender mejor a esa protagonista llena de rencor y odio, nos quedamos con su comportamiento cruel para con Johanna -Mala Emde-, una violinista novia de su hijo que se decide a pedirle consejo. En su caso es como echar gasolina al fuego.

From → Cine

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