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Vicious Fun (**)

7 marzo 2021
Vicious Fun

Terapia para asesinos en serie

Interesándose por el novio de su compañera de piso, Joel, un mordaz crítico de cine especializado en terror, se da de bruces con un grupo de terapia para asesinos en serie. Ante este escenario, nuestro protagonista hará todo lo posible para integrarse entre los matarifes a riesgo de convertirse en su próxima víctima.

El canadiense Cody Calahan es un cineasta especializado en historias de terror. Si en su anterior propuesta, The Oak Room, se aproximaba al thriller, en esta ocasión se decanta por la comedia negra. Introduce algunos elementos de slasher y rinde homenaje a las propuestas ochenteras. Mucho neón y una estética, en general, que mantiene esos conceptos.

Vicious Fun, salvando las distancias, viene a ocupar uno de los huecos dejados por la estela de Scary Movie, al tiempo que su autor aprovecha para introducir algunas píldoras acerca de su visión de este subgénero. Lo hace entre caricaturas y situaciones tan llevadas al límite que a cierto sector del público le parecerán grotescas. Algunas son más agradecidas que otras, pero se manifiestan siempre dentro de un crisol esperpéntico o distorsionado.

Joel -Evan Marsh- es un crítico de cine de terror que se cree en posesión de la verdad absoluta. En su vida privada es un auténtico imbécil. Un nerd para los norteamericanos, y un gili para los hispanoamericanos. Pasa las noches viendo películas de serie B y comparte piso con Sarah -Alexa Rose Steele-, de quien está secretamente enamorado. Ella, ajena a sus sentimientos, ha encontrado un nuevo acompañante, aunque sea de forma pasajera, en la figura de Bob -Ari Miller-.

Basta decir que el protagonista, tipo de verbo fácil, autoestima por los suelos y acciones casi siempre lamentables, le sigue esa noche. Se le aproxima en un garito para sonsacarle información acerca de sus sentimientos hacia Sarah y lo que opina ella de él. Naturalmente, no obtiene nada positivo y cuando Bob se marcha con otra chica ahoga sus penas en alcohol. Se queda tirado en uno de los pasillos y cuando despierta se topa de bruces con una reunión terapéutica de asesinos en serie.

Allí se han dado cita Carrie -Amber Goldfarb-, una misteriosa mujer con chaqueta de cuero, un caníbal japonés –Sean Baek-, un asesino del gobierno –David Koechner-, un doctor que se viste de payaso –Julian Richings– y un feminicida incontrolable –Robert Maillet-. Ante esta situación, el recién llegado se hace pasar por otro asesino serial cuya presencia aguardaban. Sus bienintencionados planes se desmoronan cuando entra en escena Bob, que también forma parte del macabro círculo.

Desde ese momento comienza una lucha por la supervivencia, ya que se convierte en el objetivo de los criminales. Una noche agitada en la que también debe proteger a Sarah de los propósitos nada halagüeños de su último amante. Pasamos de unas conversaciones dolorosas, por cuanto dejan a Joel como un auténtico pañuelo desechable, a la acción y al gore.

Muchas de las situaciones son absurdas y no parecen casar bien con el postulado inicial que, dicho sea de paso, tiene su gracia. El punto de partida y su desarrollo hubieran sido más interesantes si no fuera por lo negado del personaje central. Un tipo que te pone de los nervios, al que te gustaría hacer callar en cualquier reunión o al que habría que dejar apartado para que rumiase a solas sus desdichas.

Llega el desmadre, y por mucho que Cody Calahan intente controlarlo, se le escapa de las manos. Principalmente, a resultas de lo que sucede en una comisaría de policía donde comienza la matanza. Se mantiene la estética ochentera y la escasa iluminación para que las sorpresas, subrayadas por la partitura de Steph Copeland sean más efectistas. Un resultado irregular, que va de más a menos, aunque los fieles seguidores de este tipo de cine opinarán lo contrario.

Se deja una puerta abierta a la continuación porque uno de estos asesinos acoge a Joel como una especie de aprendiz. Luce un look más adulto, esperemos que si hay una secuela también haya madurado de acorde con su aspecto físico. Estaría bien que limitase su verborrea y que no fuera tan negado en las situaciones en que interviene.

From → Cine

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