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Todas las lunas (Ilargi Guztiak) (***)

13 May 2021
Todas las lunas

La losa de la vida eterna

Una niña es rescatada de un orfanato por una misteriosa mujer que habita en lo profundo del bosque. Malherida, la pequeña creerá ver en ella a un ángel que ha venido a buscarla para llevársela al cielo. No tarda en descubrir que ese extraño ser le ha dotado de vida eterna a cambio de su compañía.

El cine vasco nos ha legado en los últimos años interesantes películas de cine fantástico o de terror. Parte de guiones originales que dan la vuelta a mitos consolidadas o a tradiciones muy arraigadas. En este contexto se inscribe el segundo largometraje de Igor Legarreta, que nos ofrece una visión mu distinta del vampirismo al que estamos acostumbrados. Perdura, eso sí, el castigo inmisericorde para aquel que no puede morir y de una existencia eterna de la que se arrepiente con el paso del tiempo.

La acción nos sitúa durante los estertores de la última guerra carlista, a comienzos del último cuarto del siglo XIX. Una niña, interpretada por la debutante de doce años Haizea Carneros, se encuentra en un orfanato cuando el centro sufre un indiscriminado bombardeo. Su última visión fue la de un cuadro en la que un ángel acompaña a un muchacho de edad semejante. A resultas de la acción bélica ella, aunque moribunda, es la única superviviente. Entre la niebla y el humo aparece una mujer a quien le pregunta si es un ángel o un demonio.

Supone que ha venido para llevársela, pero la mujer -Itziar Ituño- le hace beber un brebaje que restaña sus heridas. De esta forma se convierte en su madre adoptiva y vive con ella en lo profundo del bosque junto a otros enigmáticos seres. Una forma de mitigar la soledad de ambas. Tiene prohibido salir al exterior por el día, pero estando con la mujer podrá ver todas las lunas. En realidad, se trata de no muertos que se alimentan de sangre. Para ellos, un conflicto bélico ofrece un alimento constante y un auténtico festín.

Cuando los miembros de esa comunidad son abatidos, la niña se escapa y es recogida por un ganadero llamado Cándido -Josean Bengoetxea-. El tiempo pasa y la niña se siente a gusto al lado de un chaval -Lier Quesada- quien, como todos los demás, va creciendo mientras ella se queda siempre atrapada en un cuerpo de doce años. Para entonces, ha conseguido vencer a los rayos del sol y, a base de constancia y de regenerar su piel, puede salir al exterior por el día sin que la luz tenga mayores consecuencias. No obstante, se siente sola.

La historia de Nosferatu emerge como núcleo central de esta propuesta. La niña ve crecer y desaparecer a sus seres queridos y ella continúa igual con el paso de los años. Incluso, su madre adoptiva le advirtió que encontraría a alguien a quien ayudar. Una sola persona, como sucedió entre las dos mujeres. Entre la necesidad de sangre, las distintas y repetidas fases lunares y la convicción de que la vida eterna no es la solución, van pasando los años hasta llegar a 1936 y el estallido de la Guerra Civil.

Aunque irregular, la cinta de Igor Legarreta es valiosa. Narra con tino las vivencia de ese pequeña encerrado en su niñez. Si el comienzo es confuso, todo se aclara paulatinamente, acompañado de una fotografía complicada de Imanol Nabea y de una música intimista de Pascal Gaigne que, sin embargo, no consigue la trascendencia buscada por su tema central. Sin duda, el mayor interés estriba en esta revisión del vampirismo.

Huye del gore y solo en contados momentos hay amenazas de que los no muertos busquen la yugular de los vivos. En un ambiente de opresión, donde la niebla se enseñorea de la pantalla, se advierte una cierta elegancia en la manera de contar esta historia. No se ocultan pasajes repugnantes, aunque la oscuridad que enmarca la puesta en escena consigue minimizarlos y hacer de que esta producción pueda llegar a todos los públicos.

From → Cine

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