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Siervos (Servants – Sluzobnici) (***)

26 May 2021
Siervos

Siervos – Religión e ideología

La Iglesia Católica pasa por dificultades en Checoslovaquia a principios de los 80. El clérigo se divide entre quienes mantienen el contacto con el Vaticano y los que cooperan con las fuerzas del poder. Dos jóvenes seminaristas tienen que decidir si se mantienen fieles a su vocación o se arrodillan ante las presiones de la policía secreta.

Después de dejar huella en Berlín y alzarse con el Premio a la mejor Dirección (ex-aequo) en Valladolid, está claro que nos encontramos ante una propuesta de interés. Máxime si tenemos en cuenta que una de sus coguionistas en Rebecca Lenkiewicz, coautora de la oscarizada Ida y que Ivan Ostrochovský ya nos había sorprendido cinco años atrás con Koza, una obra minimalista que resulta perfecto antecedente de Siervos.

Otra vez vuelve a la austeridad. No solo por haber adoptado el blanco y negro o un formato clásico. También porque a ritmo lento expone las dificultades de la Iglesia Católica en la Checoslovaquia de los primeros años de la década de los ochenta. Se centra en un seminario, un ambiente al que casi siempre acompaña la reflexión y una poco disimulada claustrofobia. Además, Ostrochovský le da un aspecto de thriller, lo que contribuye a incrementar la opresión que acompaña su historia.

En aquella época, la jerarquía eclesiástica colaboraba con el eje del poder a través de una asociación religiosa llamada Pacem in Terris, creada en 1971. De su simbiosis con la policía secreta nos topamos con un personaje controlador y miserable, el Doctor Ivan -Vlad Ivanov-, pero antes conoceremos a dos recién llegados al seminario de la Facultad de Teología de Bratislava. Juraj –Sauel Skyva- y Michal –Samuel Polakovic-. Nada más llegar son acogidos por el que será su director espiritual –Milan Mikulcik-.

En el transcurso de sus actividades no tardan en encontrarse con el dilema. Habrán de escoger entre la línea del Vaticano o los dictamines del régimen. Se encuentran con que Pacem in Terris es mucho más fuerte y está enraizada de tal forma que es muy difícil combatirla. Buen ejemplo de ello es el Decano de su propio centro –Vladimir Strnisko-, quien detenta mucha menos fuerza de lo que parece desde el exterior. Un ambiente turbio muy bien fotografiado por Juraj Chipik y retratado con magisterio por el cineasta de Zilina.

En medio de una espesa tensión, muestra el dilema personal de los dos jóvenes. Han de optar entre una y otra postura. La línea gubernamental es la más poderosa en apariencia. Michal, que es bastante más curioso, entra en contacto con la resistencia a Pacem in Terris gracias a Ductor –Tomas Turek-. Un folleto de protesta le había despertado el interés por la llamada iglesia de las catacumbas, que mantenía en secreto contactos con el Vaticano y la prensa occidental. Es el momento para que comience la investigación a cargo del Doctor Ivan.

En manos de otro director, el film podría decantarse hacia el género de terror. En espíritu, esa postura sobrevuela durante los ochenta minutos de metraje. Sin embargo, tiende hacia una propuesta de cine de autor muy personal que entronca con los postulados clásicos del cine de arte y ensayo. Se expone con pulso firme la dicotomía de la institución eclesiástica en el país. Así sucedió hasta 1988, en vísperas de la Revolución de Terciopelo que dio como resultado la exclusión de toda referencia al socialismo y la disgregación del país.

From → Cine

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