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Dios mío, ¡los niños han vuelto! (Chacun chez soi) (*)

2 junio 2021
Dios mío, ¡los niños han vuelto!

Mejor solos

Catherine y Yann son un matrimonio feliz, pero desde que él vendió su negocio solo vive para sus bonsáis y rlls se siente ignorada. Por si fuera poco, una de sus hijas se planta en casa con su novio cuando los echan de su piso. Catherine intentará que vuelvan a abandonar el nido para recuperar las riendas de su vida.

Después de Una mujer brillante, la actriz y cineasta Michéle Laroque regresa con una comedia que tiene su mayor atractivo en el punto de partida. Un matrimonio de mediana edad ve como una de sus hijas se instala en su casa con su novio después de que el propietario del piso en que convivían regrese del extranjero. No se trata de que los chavales ya talluditos abandonen el nido, sino de hacerles la vida imposible cuando regresen a él.

Para complementar la historia, nos presentan al matrimonio. Yann -Stéphane de Groot- ha vendido recientemente su empresa y dedica todo el tiempo de que dispone, que es mucho, a sus bonsáis. Su esposa, Catherine -Laroque- se siente ignorada, aunque bien podría decirse que esa sensación es mutua. Una amiga de ella, simplemente sirve de relleno.

Mientras, su hija Anna -Alice de Lencquesaing-, de 27 años, está a punto de terminar su tesis doctoral, que le abrirá las puertas de la docencia en la Universidad. No sabe que su novio, Thomas -Olivier Rosenberg- ha sido despedido de su trabajo en una agencia de viajes y ahora es un repartidor de comida oriental. A ellos les afecta el brexit, ya que el propietario del piso que tienen alquilado regresa de Londres para ocupar nuevamente el inmueble.

Debido a diversos avatares, la pareja se instala en el hogar de los padres de Anna. De esta forma, la rutina del matrimonio se ve afectada por quienes consideran uno intrusos. Aunque Yann sigue ocupado con sus bonsáis, Catherine se empeña en enturbiar la relación para volver a quedarse sola con su marido. La historia se desarrolla en cualquier gran ciudad francesa. Se habla de Marsella y París, aunque el escenario urbanita no afecta al desarrollo.

Las acciones de la madre de familia son desequilibrantes. Parecen ir a más, pero las insinuaciones de que se produzca una especie de guerra de los Rose se quedan en el limbo. Se molesta lo justo y todo tiende a no superar los límites de las buenas conductas. Ni el escarceo amoroso fingido de la suegra con el yerno ni las intenciones escabrosas del director de la tesis de Anna -Lionel Abelanski- se pasan de la raya.

Aunque el punto de partida en atractivo, la comedia no pasa de intrascendente, con personajes de relleno a los que no se les extrae suficiente jugo, como la otra hija del matrimonio, el psicoanalista o el sin techo -Hichem Yacoubi-, al que se debería conceder un papel más importante puesto que es el provoca las situaciones más valiosas fuera de los conflictos familiares.

De todas formas, Michéle Laroque, que también es coautora del guion, proporciona lo que anuncia. Se trata de un producto ligero, sin complicaciones, que pretende incidir en la crisis de la mediana edad y en la convivencia familiar. Su título original, Chacun chez soi, viene a refrendar un refrán castellano: Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Esa es la moraleja del cuento, por mucho que la exposición sea demasiado simple para ilustrarla.

From → Cine

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