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Gaza mon amour (***)

3 junio 2021

El pescador enamorado y la estatua de Apolo

Issa, un pescador septuagenario está secretamente enamorado de Siham, una mujer que sobrevive como costurera junto a su hija Leila. Cuando descubre una antigua estatua fálica de Apolo en sus redes, Issa la esconde, aunque siente que este descubrimiento cambiará su vida para siempre.

Cuando se habla de Gaza se piensa en un drama intenso que tiene sus raíces en la situación social y política de esa franja que pugna por su libertad desde hace décadas. Pero hasta en los momentos más duros hay ocasión para una sonrisa y eso es lo que nos proponen los palestinos Mohammed Abou Nasser y Ahmad Abou Nasser en su primer largometraje. Su guion fue destacado con la Espiga de Plata en la SEMINCI vallisoletana y el conjunto se llevó el premio a la mejor película asiática en el Festival de Toronto.

Claro que aparte de su aspecto humorístico hay referencias a la situación social y al dominio israelí en Gaza. El septuagenario Issa –Salim Dau- es un pescador que sale todas las noches a faenar con su pequeño barco. Si no tuviera los permisos en regla no le dejarían entrar o salir del puerto. Está enamorado de Siham –Hiam Abbass-, una mujer también mayor que trabaja como empleada en una tienda de ropa y cose encargos particulares junto a su hija Leila –Maisa Abd Elhadi-, quien coquetea con pasos nada firmes con la Universidad.

La existencia es rutinaria y difícil. Issa vende a bajo precio los pescados que captura, sin pasarse de los cinco kilómetros marcados por las autoridades para los palestinos. Siham se lleva un fuerte revés al anunciarle su jefe una rebaja de sueldo. La crisis ha disminuido las ventas prácticamente a cero y los encargos de arreglos tampoco se incrementan. Tanto en el comercio como de forma particular. Además, ella solo se dedica a vestidos de mujer y vemos como rechaza la propuesta del pescador para que le adapte uno de sus trajes.

Los hermanos Abou Nasser cuentan las miserias de sus personajes a caballo entre la comedia y el drama al que se abocan por el entorno y por su propia idiosincrasia. Issa quiere casarse, pero ya tiene elegida una candidata. No es óbice para que su hermana le lleve a casa posibles aspirantes a esposas. Sucede cuando el pescador saca del mar, envuelta en sus redes, una escultura fálica de Apolo. Aunque es requisada por la policía, entiende que ese hallazgo cambiará su vida.

Mientras entra y sale de la cárcel, se decide a declararle su amor a Siham. Y eso que, según su hermana, es más fea que las posibles postulantes con las que ha contactado. El protagonista es fiel a su idea y a sus sentimientos. Una postura que también favorece la sonrisa, aunque siempre se encuentre rodeado de situaciones trágicas que, la mayor parte de las veces, se dejan a un  lado después de ofrecerlas en pinceladas.

Cárceles hacinadas, detenciones por cuestiones triviales, controles estrictos, pobreza y viviendas poco confortables… Son algunos de los temas que se citan y se dejan aparte de inmediato, como reconociendo que existen, aunque el propósito de este largometraje sea otro muy distinto. Por eso la función es más ligera de lo esperado. En Gaza también hay lugar para la sonrisa pese a la dramática situación que viven sus gentes.

Los autores son plenamente conscientes de ello. Lo reflejan a cuentagotas, si bien parece que ellos mismos colocan un muro transparente para sacar adelante su proyecto. Un muro, porque esas cuestiones más traumáticas apenas afectan a su desarrollo. Transparente, porque tampoco llegan a ocultarse y nos dejan con ganas de más detalles. La superficialidad del conjunto no es óbice para disfrutarla. Su simpleza no quita que nos entretenga y que alcance una puntuación notable.

From → Cine

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