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La vida de los demás (Sheytan vojud nadarad – There Is No Evil) (***1/2)

23 junio 2021
La vida de los demás

La pena y la muerte

El film se compone de cuatro historias sobre la fortaleza moral y la pena de muerte en Irán. Sirven para cuestionar hasta qué punto la libertad individual puede expresarse en un régimen despótico. Ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín.

En el año 2013 el iraní Mohammad Rasoulof se alzó con el premio FIPRESCI en el Festival de Cannes gracias a una propuesta relacionada con los asesinatos. Era valiente y arriesgada. Siete años después se alzaba con el Oso de Oro en Berlín con esta producción relacionada con la pena de muerte en su país. No pudo recoger el premio porque estaba recluido durante doce meses por atacar al régimen. No se oculta en este caso, aunque propone diversos escenarios. Tal vez, para hacer frente a la censura previa.

Presenta cuatro historias independientes entre sí, pero que tienen como denominador común la condena a muerte por parte del régimen de Teherán. La horca es el destino final de los ajusticiados, aunque Rasoulof no busca condenas. Ya la llevan consigo las personas que han tenido contacto con esas circunstancias y que protagonizan cada uno de los apartados. Irán, después de China, ha sido el país que ha privado de su vida a más prisioneros en los últimos años.

Asistimos al día a día de Heshmat, que recoge a su esposa y a su hija. Con tranquilidad, supera los atascos e incluso los insultos por encontrarse mal aparcado. Los planos son larguísimos, y no cansan ni siquiera cuando se producen dentro de un vehículo, en una toma muy distinta a la que nos presentaba otro de los represaliados del régimen, Jafar Panahi, en Taxi Teherán. El hombre aguanta estoicamente cualquier contrariedad, incluso salva a un gato que se había metido en una oquedad.

Cuando llega a su trabajo, un sobresalto nos recorre. Los taburetes en los que descansan los pies de unos reos, a quienes no se ve el rostro, son derribados. La horca cumple su función y los ya cadáveres aflojan sus esfínteres. El siguiente capítulo tiene como protagonista a Pouya, que cumple su segundo año en el servicio militar. Es uno de los encargados de ese último momento sobre el que gira el film y toma una decisión valiente a tenor de su conciencia como objetor.

Javad disfruta de un permiso de tres días y acude a casa de su novia para certificar su compromiso. Durante su estancia descubre que uno de los últimos ajusticiados era un miembro importante de la familia. Por fin, Darya, interpretada por la hija del director, es una estudiante de medicina que se dispone a pasar las vacaciones en casa de sus tíos, también médicos, que abandonaron la vida en la capital por un asentamiento en medio de la nada. Lo hicieron por una razón que también está relacionada con la parte troncal del relato.

En dos horas y media Rasoulof se gusta con diferentes modos en su puesta en escena. De planos larguísimo pasa a un montaje selectivo y regresa a una exposición más masticada cuando lo cree conveniente. Es cierto que se podría haber aligerado el metraje de forma considerable, pero disfruta con ofrecer masticadas sus propuestas. Toda gira en torno a la muerte y a las circunstancias de poder evitarla.

No carga contra el Gobierno ni acusa a nadie. Prefiere centrarse en las consecuencias sobre los seres humanos que se ven afectados por resolución de la pena capital. Sí que se advierte una postura cuando se salva al gato, o Darya expresa su convicción de que el zorro que devorado la gallina y el perro de sus tíos también debe procurar alimento. Es la ley natural en la que el pez grande se come al chico, pero en ningún momento lo equipara con el eje de su narración. En ese sentido es un poco disperso, como también en el desarrollo del cuarto apartado.

From → Cine

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