Being the Ricardos (***1/2)

Película sobre la pionera de la televisión Lucille Ball (1911-1989). La historia se desarrolla durante una semana concreta de la producción de la serie ‘I Love Lucy’ cuando ella y su marido, el cubano Desi Arnaz, se enfrentan a una crisis que podría terminar con sus carreras y también con su matrimonio.

Es muy posible que el noventa y nueve por ciento de los jóvenes desconozcan quien fue Lucille Ball y el éxito de su sitcom televisiva. Por eso, al comienzo del film se deja caer que, en estos momentos, una serie que tenga diez millones de espectadores es un gran éxito. En los años cincuenta I Love Lucy, que también se exhibió en la televisión española, alcanzaba los sesenta millones. Hablamos de cifras correspondientes a los Estados Unidos, naturalmente.

Ella, pelirroja, y con una carrera cinematográfica frustrada, había dado el salto desde la radio a la pequeña pantalla junto a su marido, Desi Arnaz, un cubano-norteamericano mujeriego y muy hábil para los negocios. Lucy se convirtió en la novia de América de aquel momento, centrada en su personaje de esposa que compartía un matrimonio feliz. Sus vecinos, Vivian Vance –Nina Arianda- y William Frawley –J.K. Simpson- se encargaban de darles la réplica.

Todo aquel éxito pareció zozobrar un lunes, cuando un tabloide anunció en primera página que Lucille Ball era comunista. La Fox, que emitía la serie, se replanteó su continuidad. Por si no bastase, Lucy -Nicole Kidman- anunció su nuevo embarazo, lo que comprometía todavía más la puesta en escena. Pero ahí estaba la figura de Desi Arnaz –Javier Bardem- para, con su habilidad, intentar que las lanzas se volvieran cañas.

La película reconstruye los cinco días, de lunes a viernes, en los que todo sucedía como si de una montaña rusa se tratase. Se corresponden con las fechas semanales de la lectura del guion, los ensayos y el rodaje. Cine dentro del cine que constituye la mejor apuesta de Amazon Prime con vistas a los Oscar de Hollywood. De momento, La pareja protagonista ya fue nominada para los Globos de Oro en los respectivos apartados de mejores actores de comedia.

La historia es una propuesta de Aaron Sorkin, responsable de títulos como Molly’s Game y Los siete de Chicago. Como en sus anteriores trabajos cinematográficos abusa del frenesí. Parece como si tuviera prisa por contar lo que sale de su mente, y aun así el film se va por encima de las dos horas en esa semana de angustia que puso patas arriba los entresijos televisivos. Demuestra también que se puede hacer comedia de altura sin caer en lo rutinario, y mucho menos en lo chabacano. Si bien muestra más talento como escritor que manejando la cámara.

Con el jueves como rémora, porque es la parte menos humorística y más trascendente en cuanto al fondo de los personajes, el éxito final del proyecto debe mucho a sus actores protagonistas. La Kidman ha sufrido en sus carnes un proceso de transformación que, en ocasiones, nos hace confundirla con la propia Lucille Ball. En cuanto a Javier Bardem, su aspecto físico dista mucho del de Desi Arnaz, pero lo disimula con una actuación memorable que le lleva de la comedia al drana, e incluso luciéndose como cantante.

De la mujer triunfadora al más puro y genuino representante del latin lover. Si ella tenía talento más que suficiente como para mejorar cualquier puesta en escena, su marido sabía desenvolverse como nadie fuera de los platós. En todos los sentidos, desde su faceta empresarial hasta la de encantador de serpientes. Juntos, daban la impresión de ser indestructibles y de que todo obstáculo ante el que se encontraban no era más que un granito de arena.

Hay química en esta pareja de actores. Como si hubieran trabajado juntos toda la vida. La cámara les quiere, y mucho más cuando ambos aparecen en pantalla. Sabían compenetrarse perfectamente, porque Lucy dominaba los escenarios y Desi podía con cualquier adversidad. Ante la publicación de que su esposa era comunista consiguió que saliera reforzada ante su público después de que, al menos, el cincuenta por ciento, albergase alguna duda.