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Un héroe (A Hero) (***1/2)

15 febrero 2022
Un héroe

Rahim está en la cárcel por una deuda que no ha podido devolver. Durante un permiso de dos días, trata de convencer a su acreedor para que retire su reclamación de desembolso de una parte del pago, pero las cosas no irán como tenía previsto. Será un héroe para unos, mientras otros dudan de su honestidad.

Ganadora del Gran Premio del Jurado ex aequo en el festival de Cannes, la última cinta del iraní Asghar Farhadi se nutre de setenta y cinco minutos de gran atractivo y de buen cine. Es una constante en sus premiadas propuestas, que incluyen dos Oscar, que su protagonista intente una buena acción que termine volviéndose en su contra. En parte, es lo que le sucede a Rahim -Amir Jadidi-, encarcelado por no haber podido satisfacer una deuda.

Con dos días de permiso intenta encontrarse con su avalista para que retire la denuncia y pueda salir de la cárcel. Le ayuda su cuñado y también una mujer, Radmehr -Fershteh Sadre Orafaiy-, con quien tiene previsto casarse cuando salga de prisión. El caso es que él tiene u hijo de otro matrimonio y no está bien vista la nueva relación. Por ello la mantiene en secreto. Incluso cuando ella encuentra un bolso con 17 monedas de oro que puede significar la mitad de la de la contraída con Bahram -Mohsen Tanabandeh-, avalista de un negocio que salió mal.

Rahim decide devolver el bolso y pone un anuncio por el barrio. Finalmente, aparece una enigmática mujer a la que le devuelven sus pertenencias. Cuando los funcionarios de la prisión se enteran alaban el acto del protagonista y favorecen que sea entrevistado por los medios de comunicación. Se convierte en un héroe, lo que facilita el hecho de que una asociación benéfica organice una gala para recaudar fondos y satisfacer el débito.

La película no habla de una buena acción, ni de la popularidad basada en ella. Las redes sociales actúan como un altavoz que duda de los sentimientos de Rahim. El hecho de que la propietaria de las monedas se mantenga en el anonimato es una carga para el protagonista, que no puede explicar su acto sin recurrir a una mentira. Compromete incluso a su hijo, que tartamudea ante el nerviosismo. La moraleja final es que no hay que premiar las buenas acciones porque esas deben de ser connaturales con los seres humanos.

También ataca a las redes sociales. Plantea la fuerza que exhiben y el peligro que conllevan. Un simple rumor, sin importar la fuente, puede convertirse en pesadilla. Farhadi lo cuenta con clase, moviéndose con acierto en espacios reducidos y en zonas abiertas, como el inicio, en el sitio arqueológico de Naqsh I-Rustam, próximo a Persépolis. Sus personajes suben escaleras con dificultad y las descienden con menos esfuerzos en una de las muchas metáforas del film. La mejor coincide con el plano final cuando parece que se ha metido en un callejón sin salida.

Esa primera hora y cuarto apenas tiene desperdicio. Su fuerza es tal que pasamos por alto pequeños detalles que se quedan en el tintero, como la nueva pelea en el colegio del hijo del personaje central. Cuando pasa ese Rubicón, se subrayan demasiado ciertas acciones, muestra algunos flecos y se enrosca sin que parezca que puedan llegar avances significativos. Prima entonces el mensaje y el autor lleva a cabo ciertas concesiones que, aunque no llegan a desvirtuar el conjunto, sí que esboza la idoneidad de reducir las dos horas largas de duración.

From → Cine

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