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Hive (Colmena) (Hive) (***1/2)

1 marzo 2022
Hive (Colmena)

En un pueblo muy unido de Kosovo, las familias luchan para llegar a final de mes, ansiosas por recibir noticias de los maridos, padres e hijos que fueron a la guerra. Cuando las abejas de Fahrije dejan de producir miel, decide sacarse el carnet de conducir y se aventura a la ciudad para vender ajvar casero en una tienda de comestibles local.

Una guerra siempre es algo inconcebible o difícil de explicar. Máxime, si como sucedió en los Balcanes confluían una serie de posturas ideológicas, religiosas, culturales. De todas formas, respecto a ese conflicto tenemos mucha más información del genocidio bosnio que de lo acontecido en Kosovo, una república no reconocida por todos los países, entre ellos España y otros cuatro gobiernos de la Unión Europea. En su primera película, premiada en Sundance y Valladolid, Blerta Basholli sitúa los acontecimientos nada más terminar la contienda.

En una pequeña localidad las familias intentan sobrevivir. El foco se centra en las mujeres, que esperan con ansia noticias de sus maridos, que no han vuelto del frente. Sienten que no volverán y miran a fondo los restos de vestimentas recogidos por las Naciones Unidas para encontrar señales de sus seres queridos. Serbia no quiere facilitar los lugares de las fosas comunes y muchas, como Fahrije -Yllka Gashi-, sospechan que los cuerpos fueron arrojados al río. Incluso tiene pesadillas con ello.

Para salir adelante, recurre a las colmenas de las que se preocupaba su esposo. Sin embargo, las abejas cada vez producen menos y el precio tiende a la baja. Tras obtener el carné de conducir comienza a producir ajvar casero con ayuda de otras mujeres. Se trata de un producto muy consumido en la zona, una especie de pisto en el que el pimiento es su ingrediente principal. Es una lucha por la supervivencia, ya que tiene a su cargo un suegro inválido, una hija adolescente y un hijo menor.

Nada nos chocaría en esta actitud si no fuera por la realidad social de Kosovo. Ha de enfrentarse a un exacerbado sentido machista y a un patriarcado que ve con malos ojos que las mujeres conduzcan o que se instalen como emprendedoras. Incluso, cuando llevaba al mercado su miel se hacía acompañar de su suegro. No se libra de acusaciones indecentes que hasta son recogidas por su propia hija. Mucho menos de acciones vandálicas, otras no menos reprobables, o intentos de abusos sexuales.

Basholli opta por un relato clásico para mostrar el ansia de superación de su protagonista. Ese es su punto más débil. Concede demasiado para satisfacer al espectador y se olvida de la lucha y el dramatismo que rodea al personaje de Fahrije. Afortunadamente, la presencia y el gran trabajo de Yllka Gashi, premiada en la SEMINCI, minimizan los daños derivados de una puesta en escena demasiado correcta. Muy europea en el sentido de centrarse en la figura central, casi siempre con planos cortos, y que obligan mucho más a su protagonista.

From → Cine

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