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El caso Fritz Bauer (Der Staat gegen Fritz Bauer) (***)

26 abril 2016

Doce años después de la Segunda Guerra Mundial, el fiscal general Fritz Bauer persigue a los criminales nazis, fijándose especialmente en la figura de Adolf Eichmann. Cuando en 1957 tiene la certeza de su paradero, mueve toda la maquinaria para que sea detenido y juzgado en Fráncfort a pesar de la oposición de algún miembro destacado del Gobierno.

Últimamente, la filmografía alemana se entretiene en relatos centrados en los años siguientes a la desaparición del nazismo, especialmente, en la supervivencia de algunos de sus correligionarios en puestos de especial responsabilidad, o en aquellos que iniciaron una diáspora para instalarse con nombres falsos en Argentina, Uruguay, Kuwait u otros países. Ahora le toca al turno al fiscal general Fritz Bauer, de origen judío, cuya misión principal pasaba por crear una lista de verdugos de las SS que habían sobrevivido al desenlace de la Segunda Guerra Mundial. El primer nombre era Adolf Eichmann, cuya captura podría facilitar enormemente el trabajo.

La historia reconoció póstumamente la labor de Bauer en la captura del teniente coronel nazi por la mossad, el servicio secreto israelí, aunque se le agradeció inmediatamente su labor para llevar a los tribunales todo lo relacionado con el campo de concentración de Auschwitz. La película de Lars Kraume –Todo por el éxito-, se centra en la figura del fiscal general, interpretado por Burghart Klaussner, aunque el biopic se adorna con varias subtramas en las que tiene especial importancia la presencia imaginada de otro fiscal, Karl Angermann –Ronald Zehrfeld-.

La figura de Bauer resultaba especialmente comprometida dada su ascendencia judía y el rumor de su homosexualidad, aunque había estado casado durante la época en que vivió en Dinamarca, donde se quedó su esposa tras el divorcio. Por su parte, Angermann ejerce como delfín. Espera su primer hijo pero frecuenta un local abarrotado de transformistas y homosexuales atraído por la figura de un cantante andrógino –Lilith Stangenberg-, hasta el punto de pagar por sus favores sexuales.

Cuando el fiscal general descubre el paradero de Adolf Eichmann –Michael Schenk- en Argentina, supone que ha encontrado el hilo de Ariadna para desenmascarar a todos los criminales nazis, pero se encuentra con la oposición de miembros importantes del Gobierno, que proceden del ejército de Hitler y cuya punta de lanza son Paul Gebhardt – Jörg Schüttauf- y otro fiscal, Ulrich Kreidler –Sebastian Blomberg-. Desenmascarar a ciertos ministros supondría una crisis en el gabinete de Konrad Adenauer, algo que en Estados Unidos no estaban dispuestos a permitir. Por eso, Bauer entró en contacto con Isser Harel –Tio Werner-, su equivalente en Jerusalén, para que fuera el servicio secreto israelí quien detuviese a Eichmann y lo deportase posteriormente a Alemania.

El protagonista no pretendía vengarse de los nazis sino crear un estado sólido. Sin embargo, sus acciones podrían ser tratadas como crímenes de guerra. Máxime, cuando sus pasos eran vigilados al milímetro por su pasado y sus supuestas inclinaciones sexuales. Esa circunstancia da lugar a diversas subtramas, la mayoría no tan afortunadas como la principal línea argumental, mucho más sólida y con una puesta en escena convincente auxiliada por una fotografía y una dirección artísticas que dan consistencia al relato.

Lars Kraume no aporta nada singular en la dirección, aunque tampoco desentona. Su trabajo es sólido y la película mantiene el interés a pesar del prolijo diálogo, especialmente en lo que se refiere al trato del fiscal general con sus homónimos israelíes. El testimonio histórico brilla con luz propia y, afortunadamente, deja en un segundo plano los clichés y los adornos que, supuestamente, también tienen una base real.

From → Cine

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