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Comanchería (Hell or High Water) (****)

29 diciembre 2016

Un padre divorciado y su hermano, un ex convicto, optan por perpetrar una serie de robos en diferentes entidades crediticias  de la zona para salvar el rancho familiar. Un ranger a punto de la jubilación, y su ayudante, siguen la pista de los atracadores en un recorrido por el oeste de Texas.

Después de una incursión poco afortunada en Hollywood, el británico David Mackenzie ha regresado a California para ofrecernos  su mejor película hasta la fecha. Para ello, ha contado con el soporte de un buen guionista, Taylor Sheridan, responsable de Sicario, y una interpretación férrea y contundente. El resultado es un filme con todas las reminiscencias del western, pero que mantiene un buen pulso con el thriller a partir de un drama humano que pone en evidencia la dictadura de las entidades crediticias.

La madre de Toby Howard –Chris Pine- ha fallecido recientemente y el rancho familiar está hipotecado. El ficticio Texas Midlands Bank está a punto de quedarse con una posesión en la que se ha descubierto petróleo recientemente. Toby no quiere regalar al banco su herencia, no ya pasa salir del umbral de la pobreza, sino para asegurar un futuro a sus dos hijos, que viven con su madre de quién él se ha separado tiempo atrás. Urde un plan, pero necesita el concurso de su hermano Tanner –Ben Foster-, que ha pasado buena parte de su vida en la cárcel tras herir de muerte a su padre maltratador.

La idea es atracar pequeñas sucursales a una hora temprana, cuando apenas hay gente, y hacerse con el dinero de la caja. Unas cuantas acciones bastarán para pagar las deudas y recuperar el rancho. El hecho de que las cantidades sustraídas no sean importantes evita la intervención del FBI, por lo que los rangers se encargan de la investigación. En concreto, el veterano Marcus Hamilton –Jeff Bridges-, en compañía de su ayudante, Alberto Parker –Gil Birmingham-, que presume de mezcla india y mexicana.

El título original, Hell or High Water, que bien podría traducir como Contra viento y marea, se ha modificado en España por Comanchería. La tribu indígena se deja notar a lo largo del film, no sólo en la ruta que cubren los atracadores, sino también en ciertos locales y en los casinos controlados por ellos, que sirven para el lavado de dinero en una crítica más aportada por un inteligente guion que se nutre de diálogos de altura. Comanche, según se dice, significa enemigo de todos, una afirmación que define el contenido de esta producción.

La crisis económica, venta indiscriminada de armas en Estados Unidos, el papel de la banca, el genocidio y explotación de indios norteamericanos, la avaricia desatada por el petróleo y la opacidad de los centros de juego son algunos de los referentes del film. Pero, sobre todo, destaca la personalidad de sus personajes principales, Toby Howard y Marcus Hamilton. Los dos actores que los interpretan ofrecen todo un magisterio. Bridges está a la altura del cénit de su carrera, a finales de la pasada década, cuando se alzó con el Oscar al mejor actor. Pine le da réplica en una historia sin buenos ni malos, ya que la línea que los separa puede confundirse.

Una película de serie B que se eleva a una categoría superior por derecho propio. El referente podría ser No es país para viejos, y sobre todo el cine de los Hermanos Cohen, tanto por la temática como por la puesta en escena, pero la acción queda relegada únicamente a unos momentos puntuales, cuando realmente se necesita. Importa mucho más la personalidad de unos seres humanos abocados a una serie de acciones desesperadas, aunque siempre contenidas. Dos personas inteligentes juegan una partida de ajedrez cuyo desarrollo, seguramente, terminará en tablas porque cada uno tiene mucho que ganar con respecto a lo que ha perdido.

El punto de partida es simple: un par de ladrones y el policía que les persigue. Los primeros han perpetrado un plan debido a la necesidad; el segundo, posee el suficiente recorrido para esperar a los atracadores en lugar de seguir su pista. Sólo le faltan por descubrir un par de puntos oscuros que, a buen seguro, se resolverán a lo largo de un encuentro esperado que se adivina como una de las secuencias cumbres. Ahí se lucen dos actores gracias a un buen guion al que no le faltan pinceladas de un humor inteligente que elevan la nota final. Una película como las de antes, un neo western al que le faltan muy pocos detalles y que se viste con innumerables virtudes.

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