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Neckan (*1/2)

1 marzo 2017

Un joven abogado español,  perteneciente a una acomodada familia relacionada con el régimen de Franco, viaja a Tetuán cuando la zona norte de Marruecos está a punto de ser independiente. El muchacho se desplaza debido a una carta anónima que pone en entredicho la realidad de sus orígenes.

La palabra que da título a la película procede del hebreo y significa tanto justicia como venganza. Un poco de cada una de ellas es lo que encontrará en Tetuán un joven abogado de nombre Santiago García Musoles –Pablo Rivero-, un hombre aficionado al atletismo, lleno de contradicciones y que muestra diversos matices que no siempre se trasladan desde la pantalla al patio de butacas. Un anónimo propiciará su viaje y África se encontrará con diversos personajes, como El Alemán –Hermann Bonnin-, del que nunca sabes si te ayuda o te tiende una trampa, y otros más directos a los que dan vida Manuel Manquiña y Abdelatif Hwidar.

La acción transcurre en 1956, cuando el Protectorado español de Marruecos tocaba a su fin. El dos de marzo de ese año, el gobierno francés reconoció la independencia del país africano y a su monarca, Mohammed V. En España, el régimen de Francisco Franco, pese a las protestas de los miliares, hizo lo propio el día siete del siguiente mes. En ese contexto, las tropas españolas destacadas en el continente estaban de regreso cuando, enviado por su padre –Roberto Álvarez-, el letrado Santiago García Musoles llega en pos de un misterio basado en un anónimo al que, en principio, le concede escasa credibilidad. Poco a poco, va conociendo detalles hasta llegar a la conclusión de que había muchos datos ocultos que desconocía.

El primer detalle significativo llega cuando visita la casa de una familia a la que se relaciona con él. Sus ocupante fallecieron en un incendio, pero había una foto anterior del matrimonio con un hijo y otro en camino. Sin embargo, en el cementerio solamente existe la lápida de uno de los pequeños. Ahora, ese mismo edificio está ocupado por otras personas, entre las que figura una atractiva joven –Natalia Plasencia- que mantiene unos lazos ocultos con los desaparecidos. El protagonista se enfrentará cara a cara con la verdad, aunque se preguntará si realmente la verdad sirve para algo y si es importante conocerla.

La historia original de Juan Ramón Ruiz de Somavía e Iñaki González Esparza fue adaptada para la gran pantalla por Michel Gaztambide y el director Gonzalo Tapia, responsable de dos documentales y otro largometraje. Rodada en la Comunidad valenciana y en el norte de África, la cinta quiere hablar de muchas cosas, pero lo hace desde el camino más superficial. Mete el cuchillo en la realidad política de entonces, en el robo de niños durante la dictadura, así como en la masonería y en otras cuestiones. Sin embargo, la historia se abraza al thriller, centrándose principalmente en la identidad familiar de su protagonista.

La medina de Tetuán figura como un personaje más, pero es tan desvaído como el resto. Sus callejuelas y su ambiente deberían de ser asfixiantes, pero es algo que se consigue a ratos. Posiblemente, por falta de una inyección económica más potente para rellenar sus espacios como requiere el guion. De todas formas, la línea principal funciona, lo que se ha notado en los festivales donde se ha proyectado. En cierto modo, el argumento es novedoso y el thriller negro predominante resulta suficiente como para que se siga con interés.

From → Cine

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