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It (***)

12 septiembre 2017

La adaptación de la novela homónima de Stephen King nos presenta al hermano mayor de un chaval desparecido en una pequeña localidad de Maine que organiza su búsqueda junto con unos cuantos amigos. Sospechan de un payaso llamado Pennywise, y parece ser que su violencia y deseo de asesinar se remontan a varios siglos atrás.

¿Qué niño no tenido alguna vez miedo o cierto temor al ver como se desplazaba un clown por la pista de cualquier circo? El Augusto resulta más familiar, más entrañable, pero su pareja, con esos trajes que le confieren cierto aspecto de brujo, los pantalones abombados que nunca sabes que encierra y, sobre todo, esa cara requetepintada sobre un fondo blanco. Para colmo, nos encontramos con que el Joker, el archienemigo perverso de Batman tenía una apariencia similar, y Stephen King escribió uno de sus relatos más famosos donde el antagonista poseía idénticas claves visuales.

En 1990 una producción televisiva dirigida por Tommy Lee Wallace llevó la novela a la pequeña pantalla. Un tipo con una máscara de payaso llamado Eso –It- atemorizaba a una pequeña localidad de Maine hasta que siete amigos deciden hacerle frente y destruirlo. Fue galardonada con un Emy a la mejor banda sonora para una miniserie –Richard Bellis- y nominada para el mejor montaje. La nueva versión cinematográfica, dirigida por el argentino Andrés Muschietti bien podría haber reparado en esos detalles, porque su largometraje falla, sobre todo, en esos dos conceptos.

Pennywise –Bill Skarsgard- llegó a la tierra en tiempo inmemorial. Se trata de un ser trans-dimensional que despierta para hacer el mal cada 27 años. Puede tomar cualquier apariencia pero, en 1988, adoptó la de un payaso para alimentarse de los niños de Derry y el primero en caer en sus garras es el joven Georgie, al que atrapa desde una cloaca. Seis meses más tarde, la banda de Los Perdedores, encabezados por Bill Denbrough –Jaeden Lieberher-, hermano del desaparecido, se pone manos a la obra para investigar las causas. No tardan en descubrir el origen del mal, aunque Pennywise es capaz de cambiar de imagen para separar a los miembros del grupo o eliminarlos.

Vaya por delante que nos encontramos ante una de las mejores adaptaciones de Stephen King llevadas a la pantalla. No en vano, ha sido respaldada por el autor. A cambio, la cinta, que podría haber sido elevada a los altares como uno de los clásicos de terror más impactantes de todos los tiempos, se queda a las puertas. El miedo no llega nunca en la proporción deseada al patio de butacas. La música de Benjamin Wallfisch anticipa lo que viene a continuación y los efectos sonoros resultan desorbitados. Bien es cierto que el miedo ancestral a los payasos que la mayoría de nosotros llevamos dentro ayuda a que el terror sea más efectista que efectivo.

Donde no falla el film es en las relaciones humanas. La historia es un ejemplo más de iniciación. También de jóvenes que se convierten en adultos, y esos personajes y la relación entre ellos funciona a muy alto nivel. Cada uno tiene sus fobias particulares, sus miedos más primitivos. Desde el protagonista con su tartamudez al temor del recién llegado Ben Hanscom –Jeremy Ray Taylor- ante los matones del colegio, pasando por Bev Marsch –Sophia Lillis-, la única mujer del grupo que sufrió un abuso sexual por parte de su padre, o por el gafitas Richie Tozier –Finn Wolfhard- que siente pánico ante la visión de un payaso.

La cohesión del grupo y la superación de sus fantasmas personales engrandecen la película, muy por encima del propio Pennywise que, en este caso, no consigue ser el centro de atención primordial. Sus apariciones se acercan a la crueldad cómica más que al temor primigenio y su vestuario le hermana con las muñecas diabólicas vistas con anterioridad en la pantalla. Si la intención de la diseñadora de vestuario, Jane Bryant, era crear un personaje intemporal, con toques medievales, renacentistas y actuales, hay detalles en los que se la ha ido de la mano en los pliegues y en ese aspecto que le aproxima más a un juguete grotesco que a un personaje infernal.

Los protagonistas juran que 27 años después volverán a Derry, la localidad Maine en la que transcurre la acción. Mientras, se anuncia una secuela para 2019, cuatro años después de que su cumpliera el pretendido regreso de Pennywise. No se trata de un payaso loco y sí de un mal llegado de no se sabe dónde ni cuándo. La amenaza continúa latente.

From → Cine

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