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La región salvaje (**)

17 septiembre 2017

Dos mujeres viven a pocos kilómetros de distancia. Una de ellas esconde un secreto y la otra está casada, es madre de dos hijos y tiene un hermano que trabaja en el hospital próximo. Ninguna es feliz y ambas buscan una salida a sus conflictos. Quieren comenzar una nueva vida lejos de ataduras de cualquier tipo.

Creo en las películas que se presentan en los certámenes cinematográficos pero no en los festivales. Especialmente, a la hora de repartir equitativamente los premios para dejar a todos contentos excepto a la justicia. En 2013 el mexicano nacido, en Barcelona, Amat Escalante se alzó con el premio al mejor director en Cannes y tres años más tarde lo haría en Venecia con esta historia que se remite, y mucho, a La posesión, que le supuso la más alta distinción como actriz a Isabel Adjani en 1981 en la Riviera francesa. De memoria, había tres films cuando menos con más enjundia en la puesta en escena que esta cinta que cuenta con coproducción de media Europa y que parece no será estrenada en su país de origen. Quedaba bien premiar la digresión, la valentía y la supuesta originalidad.

Un meteorito en primer plano da paso a una mujer excitada porque está poseída por una especie de tentáculo que asemeja un miembro viril. Se trata de Verónica –Simone Bucio-, que presenta una herida en un costado y es llevada al hospital por un matrimonio de edad madura, el Sr. Vega –Óscar Escalante- y su esposa Marta –Bernarda Trueba-. Es atendida en primera instancia por un auxiliar. Se trata de Fabián –Eden Villavicencio-, hermano de Alejandra –Ruth Ramos-, que está casada con Ángel –Jesús Meza-, con quien mantiene una tórrida y secreta relación homosexual.

Nos encontramos en un pueblo del estado de Guanajuato, presidido por la homofobia y la represión femenina. Esa premisa de une a una propuesta fantástica que tiene que ver con un extraño ser llegado de las estrellas, poblado de tentáculos diseñados para que cualquiera llegue al éxtasis, que busca amantes que complacer y complacerse hasta que, harto de ellos, decide eliminarlos. Pasan casi tres cuartos de hora de película para que nos pongamos en situación al detalle. Una vez sin sorpresas, llega el tedio. Al tornarse previsible, se intentan encontrar recovecos, pero estos solo surgen de la aportación de otros personajes, como los padres de Juan, o de situaciones que se estiran, como la detención de este personaje. A cambio de hurtarnos de otras cuyo posible desenlace no queda claro, tal y como sucede cuando los principales protagonistas acuden a una discoteca.

En la película de Andrzej Zulawski existía una intriga que prácticamente se mantiene hasta el final, pero en la propuesta de Escalante se tiende más al drama rural y, cuando se acaban los misterios, el interés se precipita. Los Vega son una especie de naturalistas que cuidan del extraterrestre. Le ofrecen compañeros hasta que el alien se cansa. Le ha tocado el turno a Verónica, pero ya sale lastimada, razón por la que ah de encontrar un sustituto. Parece que el octópodo las prefiere a ellas. Es indudable que la frágil Alejandra puede ser el recambio ideal. Se insinúa una posible relación lésbica que no se concreta, al contrario que la explícita homosexual masculina.

Escalante quiere sorprender, como ha conseguido con sus cuatro películas anteriores. Cabe pensar que el éxtasis que alcanza Verónica es el punto más arriesgado, surrealista y llamativo del film. La mujer satisfecha sexualmente en toda la extensión de su cuerpo. Un E.T. que se convierte en el amante perfecto, como lo demuestra el hecho de que las dos mujeres protagonistas se muestren indiferente con los hombres. Una porque sabe realmente quien le proporciona placer en cada poro y otra porque sufre la rutina.

Cierto que el cineasta nos deja boquiabiertos con algunas secuencias iniciales, especialmente las desarrolladas con un una espesa niebla, pero se queda lejos de un conjunto uniforme. Si analizamos cada una de sus pequeñas propuestas encontraremos un mosaico ecléctico. No parecen de la misma película porque cada grupo parece referirse a un largometraje distinto. Los interiores no tienen nada que ver con los exteriores, ni lo que sucede en el mundo rural abierto con el más concentrado de la pequeña ciudad. Ninguna de esas partes es desdeñable desde el punto de vista fílmico, pero da la impresión de que pertenecen a obras distintas.

El éxtasis sexual flota en el ambiente hasta el paroxismo en un paisaje homófobo. Un relato excepcional para una propuesta pornográfica. Hay morbo sin alharacas salvo en dos o tres ejemplos determinados. Otro aspecto en el que la cinta navega en varias direcciones. El fuego en el cuerpo de sus personajes se manifiesta a tirones, aunque siempre con ellas las perjudicadas, incluso en el caso del matrimonio Vega. Sólo una suegra autoritaria parece desprenderse del todo, aunque para recordarnos el ambiente en el que se desarrolla el relato está el marido para asumir responsabilidades.

From → Cine

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