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En cuerpo y alma (A teströl és a lélekröl – On Body and Soul) (***1/2)

30 octubre 2017

Endre es el director financiero de un matadero de Budapest al que llega a trabajar Mária como responsable del control de calidad. Él es un tipo tranquilo, ella tiene un comportamiento semejante al de una persona autista, pero ambos tienen el mismo sueño. Paulatinamente se acercan, comienzan a conocerse y se enamoran.

Esta historia de amor, aparentemente convencional, pero llena de encanto y magia, se alzó con el Oso de Oro en Berlín. El responsable del guion y la dirección es el húngaro Oldikó Enyedi, que ha logrado fusionar con acierto una propuesta intimista y una puesta en escena que no ha necesitado elementos desorbitados para convencer.

Unos ciervos en un bosque nevado es el contraste con las reses sacrificadas en un matadero de Budapest. En esa empresa trabaja Endre –Géza Morcsányi- como director financiero. Está impedido del brazo izquierdo pero se maneja bien con su otra extremidad superior. Le llama la atención la presencia de Mária –Alexandra Borbély-, quien acaba de incorporarse, en principio como interina, para encargarse del control de calidad. La recién llegada no pasa desapercibida para el resto de los empleados por su carácter solitario, no se mezcla con nadie, pero tras un primer encuentro con Endre, ella fantasea con él.

El hombre aparece tranquilo. Lo demuestra en sus diálogos con Jeno –Zoltán Schneider-, en apariencia su único amigo. Decidido, entabla conversación con Mária. Ambos tienen el mismo sueño: una pareja de animales en un paisaje nevado.  Ella se complace viendo películas pornográficas y él se solaza con encuentros pasajeros nocturnos hasta que un psicólogo interroga a todos los trabajadores y advierte que los dos coinciden en sus pesadillas nocturnas. Deciden pasar una noche juntos, durmiendo nada más, sin aproximarse, pero son incapaces de conciliar el sueño.

La atracción entre ambos es mutua, y la forma de acercarse lo más importante de un film que no estremece y tampoco emociona, pero resulta enormemente atractivo y no decae en ningún momento. Probablemente, se le puede achacar que su parte final parece alargada y que la subtrama con un nuevo empleado llamado Zsóka –Itala Békés- podría haberse eludido o cuando menos simplificado, pero el trabajo interpretativo de los dos actores principales, el elaborado guion y la cuidada puesta en escena otorgan un encanto especial a esta producción.

Oldikó Enyedi sabe alternar con acierto imágenes tristes, como las referentes al ganado que se dirige a su muerte, con otras muy tiernas que tienen lugar cuando se encuentran Endre y Mária. También se detiene en los aspectos puramente matemáticos, ya que ambos personajes comparten un conocimiento notable de esa disciplina. El hombre, porque es su profesión, y la mujer por su carácter autista. Es capaz de saber la cantidad de grasa que posee una pieza con tan solo mirarla. En ese entramado se pasa por el alto el hecho de que algunas reses tengan que ser sedadas porque no fueron sacrificadas convenientemente, y otras cuestiones que podrían ser problemáticas pero que se diluyen en el trasfondo de una historia de amor aparentemente nada convencional.

Sensibilidad y extravagancia. Podría ser una buena definición para este film que, si no seduce por su título o su temática, te atrapa desde sus primeras imágenes. Aunque desiguales, Endre y Mária son almas aparentemente gemelas. Uno, lisiado físicamente, y ella con dificultades para relacionarse con los demás. Solitaria y ausente. No da la sensación de que sea una película excepcional pero sí que resulta totalmente convincente, agradable y llena de una mística especial que llega al espectador de una forma directa, sin complejos ni artificios más allá de ese romance que, a primera vista, todos juzgaríamos imposible.

From → Cine

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