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Indestructible, el alma de la salsa (****)

26 noviembre 2017

Un viaje a las raíces

Desde que Diego El Cigala se encontrase musicalmente con Bebo Valdés, descubrió que la salsa y el flamenco tienen muchos puntos en común. Siguiendo las directrices de su mujer, fallecida antes de iniciar su gira, el cantaor se desplazó hasta las raíces, desde Cuba a Colombia, para reunirse de unos setenta músicos que aportaron su talento a la fusión de estilos.

Diego Ramón Jiménez Salazar, más conocido como Diego El Cigala, se afincó en la República Dominicana en 2013, un año antes de que consiguiera la doble nacionalidad. En 2015 falleció su mujer y manager, Amparo, pocas horas antes de que el gitano madrileño, nacido en el barrio de Embajadores, cerca de El Rastro, tuviera que presentarse en un concierto en Los Ángeles. No lo canceló.

Son los comienzos del documental rodado por David Pareja en el que se hace una incursión a las raíces de la salsa con motivo del disco y la gira Indestructible, el tema que cierra la grabación y con el que se despide en directo el sobrino de Rafael Farina, auténtico monarca actual del flamenco. Desde ese momento, se convierte en una road movie, introduciéndose en los lugares más representativos de la salsa. Desde Cuba hasta Colombia pasando por Puerto Rico, Florida, México y la República Dominicana. Es la resultante del encuentro que tuvo lugar doce años antes entre El Cigala y Bebo Valdés y que dio como resultado Lágrimas negras. La fusión de los dos géneros más representativos del mundo hispanoparlante estaba servida.

Confiesa el cantaor que siguió las directrices de su esposa Amparo. Ella creía en un disco que llegase a lo más profundo de la salsa sin que el cantaor perdiera su esencia. Había dejado indicaciones de que Jaime Calabuig Jumitus se encargase de la producción. Fueron muchos meses de ensayos y actuaciones hasta pergeñar el disco y la gira. Mientras, iban recorriendo los principales focos para encontrar los músicos que respaldaran y dieran mayor lustre al proyecto.

En la isla de Cuba se fueron desde la capital hacia el este para encontrarse con Los Muñequitos de Matanza, una formación que mantienes los sones tradicionales y que se relevan generacionalmente. Aparecieron los llantos con la canción dedicada a Bebo Valdés que resulta uno de los puntos más álgidos del documental. En Miami y San Juan de Puerto Rizo reclutaron a varios veteranos de la Fania All Stars, que a través de su sello discográfico irradiaron la salsa por toda Norteamérica.  No podía faltar Cali, el epicentro en Sudamérica, ni México o la República Dominicana. Así, hasta más se setenta profesionales.

Surgen aportaciones ilustres, como Óscar D’ León o se rememoran otros importantísimos, como la intérprete cubana de boleros Omara Portuondo. Y el fallecido Héctor Lavoe, a cuya tumba El Cigala le lleva flores y al que se rinde un inesperado homenaje con la recuperación de una actuación en vivo con su tema más representativo, El cantante. Las sorpresas no se detienen en este trabajo tan exhaustivo como apasionante. Diego insiste en que la cadencia del flamenco y la salsa son semejantes, y tanto se repasa la eclosión de esta última en el continente Americano como su presencia como ejemplo de rebeldía, cuando en Nueva York y otras ciudades, el racismo señalaba a los negros y a los hispanos. Su válvula de escape era cantar, y bailar salsa.

No se trata de un trabajo cobre El Cigala porque entonces habría mucho que discutir. Especialmente, el tono amable del conjunto. Es una aproximación a las raíces de la salsa en su extensión más pura y en la forma que, gracias al cantaor y a los músicos que le acompañan consiguen  alcanzar un arte mayúsculo. Guaguancós, y boleros se alternan con chachachás e, incluso, con inesperadas composiciones. La fusión de estilos, una simbiosis inimaginable, nos deja momentos de ensueño, como la interpretación de Se nos rompió el amor, el tema compuesto por Manuel Alejandro y popularizado por la malograda Rocío Jurado.

David Pareja firma un trabajo hábil, combinando ensayos y actuaciones, encuentros personales y musicales, y oxigenando la puesta en escena con exteriores que alternan los arenales de Punta Cana con barrios latinos y bailes callejeros.  El resultado es atractivo de principio a fin, incluso se hace corto. Desde los miedos de El Cigala antes de salir a un escenario abarrotado hasta las aportaciones de percusionistas capaces de hacernos mover las piernas con cualquiera de sus instrumentos. Los coros, los metales y el piano. Dice el español que nada de esto sería posible sin el talento de Bebo Valdés. Jumitus también se aplica en varios momentos de esos meses duros que, como todos, pasó sin ver a sus hijos, trabajando en un proyecto que nos ha dejado un documental definitivo. A la altura del que en su día se rodó sobre otro de los grandes de la salsa, Machito.

From → Cine

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