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Tierra firme (Anchor and Hope) (***)

26 noviembre 2017

Dos mujeres viven en un barco en los canales de Londres. Una de ellas cree que tiene la suficiente edad como para tener un hijo, aunque su compañera no está muy de acuerdo con esa decisión. Un amigo de Barcelona, que pasará unos días con ellas puede ser el donante perfecto mientras el trío mantiene un difícil equilibrio.

Una historia de amor entre dos mujeres en un paraje poco frecuente. Nada menos que una vivienda barco en los canales de Londres. Una propuesta tan original de Carlos Marques-Marcet como lo fue su ópera prima, 10.00 Km, que se alzó con el Goya al mejor director novel. De esta forma, se acredita como un cineasta singular, que explora parajes diferentes y profundiza en la relación de los seres humanos. Como en su anterior trabajo, el deseo de tener un hijo es el epicentro de su historia, para la que vuelve a contar con los actores Natalia Tena y David Verdaguer, que esta vez comparten protagonismo con Geraldine y Oona Chaplin.

El inicio es una imagen indefinida. Algo borroso en el centro rodeado de negro. Cuando el plano abre paulatinamente advertimos que se trata de un barco en los canales londinenses. Kat –Natalia Tena- es su propietaria y vive en él con su pareja, Eva –Ooona Chaplin-, quien acaba de perder a Chorizo, su gato. Es su propia madre quien lleva a cabo una ceremonia según un rito oriental. A sus 38 años, tras la muerte de su mascota, Eva, tan inestable como insegura, tan frágil como fuerte, quiere tener un hijo. Una idea que a Kat no le entusiasma.

La llegada de Roger, un amigo que vive habitualmente en Barcelona,  abre nuevas expectativas. Aunque es de esos hombres de aventuras fugaces, la idea de ser padre no le desagrada. Al contrario. Se ofrece como donante, lo que desespera a la madre de Eva, quien alude a la falta de trabajo estable de las chicas y a la inseguridad de una inseminación casera cuando ella puede pagar una clínica. Hay muchos detalles en juego, y las personalidades de cada uno son muy distintas. La estabilidad se antoja frágil y los problemas de relación no tardan en surgir.

Aparentemente, se trata de una historia sencilla, que aun así se marcha casi hasta las dos horas, pero el inteligente guion de Marques-Marcet la mantiene vívida al combinar unas imágenes sorprendentes con unos diálogos que diseccionan diversos aspectos sociales. La madre de Eva recuerda sus vivencias en los setenta, cuando formó parte de una comuna hippie, pero Roger le reprocha que entonces todos ellos eran conscientes de que, de una u otra forma, regresarían al sistema. La situación actual es distinta. No hay muchas oportunidades de trabajo y una pareja homosexual estable afronta problemas muy distintos a los de una convivencia en grupo.

La cinta es desinhibida. Tanto en lo que se cuenta como en las imágenes que la ilustran. Da la sensación de que las actrices han tenido libertad para no constreñirse exclusivamente al guion y la compenetración entre ellas se pone en evidencia a las primeas de cambio, cuando se abrazan en casa de la madre de Eva tras el funeral de Chorizo. Hay amor en sus rostros, en sus gestos y en sus comportamientos. Un amor sincero y fuerte que se pone a prueba  de forma amenazante y que se encuentra más a la deriva cuando se desarrolla en tierra firme. Natalia Tena y Oona Chaplin apuntalan la buena estructura general.

La película es redonda dentro de sus limitaciones. Resulta sorprendente aunque también somos conscientes de que arriesga lo mínimo. La temática es simple, aunque profundiza lo justo para aparentar mucho más atrevimiento. El lenguaje, in inglés, es pulcro salvo cuando se permite una lógicas licencias. El sexo está presente, quizá el aspecto en el que más expone el director.

La temática gay no molesta, y sirve al autor para mostrarnos una pareja que tiene problemas semejantes a los de cualquier otra más convencional. Su hábitat se aparta de lo convenido y la relación de los personajes centrales también. Probablemente, sea más sencilla en este caso, cuando las dos mujeres tienen sus convicciones perfectamente asentadas y también sus sentimientos. Cada una es infranqueable en sus emociones aunque puedan mostrar una falsa apariencia que indique lo contrario. Kat lo evidencia cuando regresa con Roger de una noche de copas, y Eva se reafirma en una secuencia final que cierra una propuesta agradable y coherente en casi todos los aspectos.

From → Cine

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