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Cosas de la edad (Rock’n’Roll) (**)

30 marzo 2018

Cosas de la edad: La exagerada crisis de los cuarenta

A Guillaume la vida le sonríe. Es un actor de éxito y está casado con Marion, que acumula los premios más importantes para una profesional, incluido un Oscar. Sin embargo, durante el rodaje de una nueva película, la actriz con la que comparte protagonismo le dice que está pasado de moda, lo que desemboca en una profunda crisis de personalidad.

¿Realmente Guillaume Canet ha hecho la película sobre su vida de la que habla en el desarrollo de este film? Esperemos que no y que, tal y como arranca su quinto largometraje como director, se trate únicamente de una farsa, de una función crítica llevada al límite sobre el funcionamiento de la industria del cine. Porque Canet hace de él, de actor y director de éxito, casado desde hace más de diez años con Marion Cotillard y, como en la vida real, tienen una hija en común.

El problema surge durante el último rodaje, en el que interpreta al padre de Camille Rowe. Ella le dice que en la lista de hombres con quienes se irían a la cama, elaborada conjuntamente con sus amigas, estaría en una posición muy baja. Está pasado de moda y no es rock’n’roll. Guillaume tiene cuarenta y tres años y acusa de forma especial el haber entrado en una nueva década. Mientras su esposa es reclamada por los mejores directores, parece que se la ha pasado el arroz. Máxime cuando en la entrega de los Cesar es Pierre Niney quien le adelanta por la derecha gracias a su caracterización de Yves Saint Laurent.

En el set de rodaje comienza a comportarse de forma extraña, al igual que en su vida privada. Llega a consumir alcohol y drogas, juega al póquer, echa a perder el film y se pone en manos de un especialista que le lleva por el camino del botox y los cambios estéticos mientras en el gimnasio moldea su cuerpo de manera espectacular. La idea es aparentar muchos menos años y mostrar una figura escultural que desemboque en el reencuentro de papeles que parecen perdidos. Familia y amigos le dan de lado y, posiblemente, su única salida tanto personal como profesional sea protagonizar en Miami una serie televisiva de más que dudosa calidad.

Da la sensación de que todos quienes han intervenido en esta película lo han pasado en grande y que deberían de pagar ellos por trabajar. Gilles Lelouche se lleva la mejor parte como amigo incondicional, aunque no se queda atrás el estos del reparto. Todos se interpretan a sí mismos: Philippe Lefebvre, Jeanne Damas, Kev Adams, Ben Foster, Maxime Nucci, Yvan Attal y los Hallyday. Posiblemente, ésta haya sido la última aportación del rockero, compositor y cantante Johnny Hallyday a su carrera profesional antes de fallecer en diciembre de 2017. No es el único intérprete referenciado, ya que Demis Roussos surge como recurrente. No se escapa Laeticia Hallyday, viuda del icono musical francófono.

El film comienza con espíritu crítico, mostrando de manera ácida, aunque con ribetes de comedia, tanto la crisis de los cuarenta como los entresijos del cine francés, que se pueden extrapolar a cualquier país del mundo. Parece que una vez alcanzada la mediana edad los productores no cuentan contigo salvo para encarnar al progenitor de uno de los protagonistas. Si quieres aparecer como cabecera de cartel debes ser, o aparentar, joven y lucir de la forma más atractiva posible para ser uno de ellos, de esos casi adolescentes que crean tendencia.

Toca de refilón la conciliación familiar y el irrefrenable atractivo que un cuerpo masculino bien modelado puede ejercer en una mujer, aunque se trate de Marion Cotillard. Enfrenta los valores cinematográficos con la permisividad de las series televisivas y se detiene de manera significativa en lo que significa ser un divo del séptimo arte, ya sea por condiciones innatas o por trabajo exhaustivo, como el que lleva a cabo su esposa, no exenta de talento por otra parte, cuando ha de enfrentarse con un nuevo papel.

Con un arranque entretenido, la propuesta se abandona a medida que avanza por unos límites exagerados. Gillame Canet cumple un trabajo remarcable, y era muy fácil haber caído en la sobreactuación, pero se deja llevar como creador hasta más allá de la lógica. Sobrepasa el esperpento y las buenas intenciones iniciales se diluyen porque la forma de contarlas se le ha escapado entre los dedos. La duración, más allá de las dos horas, es igualmente demasiado extensa. Parece tener problemas para terminar su película y da vueltas hasta encontrar una solución. Realmente, es acertada cuando asoman los títulos de crédito, pero hasta entonces desbarra y muestra esos michelines de más que avergonzarían a cualquier adonis.

From → Cine

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