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Corporate (**)

24 May 2018

La responsabilidad del gestor de recursos humanos

Emilie es contratada para el departamento de Recursos Humanos de una empresa por su ausencia de escrúpulos. Uno de los empleados cuyo empleo está en peligro se suicida delante de ella. Como consecuencia de ese suceso cambiará la situación de la protagonista en todos los ámbitos de su trabajo.

Ya iba siendo hora de que alguien pusiera en entredicho la tarea de los departamentos de Recursos Humanos de las grandes compañías. Lo ha hecho Nicolas Silhol en su primera película, que entra de lleno en ese subgénero del cine francés que se introduce en el thriller dentro de los núcleos empresariales. Sin embargo, la intriga que pudiera engrandecer la parte final del largometraje se diluye en beneficio del drama. Curiosamente, es la parte más cinematográfica pero no la de mayor interés creativo.

Silhol retrata a esa casta tan diferenciada que implica a los gestores de Recursos Humanos como personajes sin entrañas en el interior y formalmente agradables en el exterior. El mejor exponente es Stéphane Froncart -Lambert Wilson-, quien ha contrato hace pocos meses a Emilie Tessom-Hansen -Céline Sallette- porque se trata de una mujer implacable y sin escrúpulos. La idea es llevar cabo un plan de despidos que afectará al diez por ciento de los noventa mil empleados de la multinacional, casi ochenta en el centro donde transcurre la acción.

El método que sigue la protagonista resulta absolutamente sibilino. Los empleados señalados no son despedidos directamente, sino que les modifican sus condiciones de trabajo dentro de la ley, o se le ofrece un traslado que, se supone, no están dispuestos a aceptar. Entre los implicados figura un administrador financiero, Didier Dalmat -Xavier de Guillebon- quien, a punto de perder su puesto de trabajo, termina suicidándose en presencia de Emilie. No representaría ningún problema, a excepción de una imagen desagradable, si no fuera por pequeños incidentes a la hora de recoger los objetos personales del fallecido o de las lágrimas de su esposa. También, por la aparición de una inspectora de trabajo, Marie Borrell -Violaine Fumeau-.

Inicialmente, sus superiores apoyan sin fisuras de la protagonista, especialmente Froncart, que para eso la contrató cuando ella trabajaba en Inglaterra. También cuenta con la confianza de Vincent Philippon -Stéphane de Groodt-, pero las indagaciones de Marie conllevan a que se plantee serias dudas que comparte con su marido, Colin Hansen -Charlie Anson-. Poco a poco, se encuentra más desvalida. Recela de su secretaria, Sohpie -Alice de Lencquesaing- antes de que advertir que en la empresa le han dejado abandonada a su suerte. Incluso, su superior le ofrece un puesto en Nueva York, en un despacho con vistas al Central Park, pero le obliga a tomar la decisión en menos de veinticuatro horas. Es decir, pretenden pagarle con su propia medicina.

Mucha gente que se haya visto afectada por las decisiones de cualquier representante de Recursos Humanos, aplaudirá que encuentren su merecido. En esos despachos se lleva a cabo la selección de personal, pero también se da la cara cuando hay que comunicar las decisiones más difíciles. Muchas veces no son ellos los responsables de esos actos aunque por el hecho de comunicarlos y asumirlos como suyos, porque va en el sueldo y en el cargo, no tienen más remedio que asumir las consecuencias.

En el caso de Amelie, le gusta su trabajo, conoce los resortes de su puesto y admite los efectos que se puedan derivar. Para lo que no está preparada es para que uno de los empleados se suicide, y mucho menos que, aun sabiendo que actúa bajo mandato, le dejen con el trasero al aire. Lógicamente esa situación conlleva a que se plantee su relación con sus jefes y todo lo que atañe a su empleo y la empresa. Por ello toma una serie de decisiones que desembocarán en un desenlace que está más cerca del happy end que de la lógica.

Silhol basa su historia en los suicidios que tuvieron lugar en France Telecom entre los años 2007 y 2010 que terminaron con la presencia en el banquillo de los acusados de varios directivos de la compañía. Nos presenta a una protagonista que toma sus decisiones con absoluta frialdad, auténtica exponente de lo inhumano que pueden llegar a ser los representantes de Recursos Humanos. También la narración es distante, con colores nada cálidos, y no supone un avance en la propuesta. Queda en manos del guion, lo que se agradece, porque supera al resto de las cualidades del film, aunque vaya a trompicones. Le falta profundizar, tanto en los sentimientos de su protagonista como en las circunstancias que rodean su puesto de trabajo.

From → Cine

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