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A la deriva (Adrift) (***1/2)

27 junio 2018

En cuarentena

Richard y su novia Tamy se hacen a la mar para llevar un barco de recreo desde Tahití a San Diego. Durante la travesía les sorprende una poderosa tormenta convertida en huracán que afecta al navío y les deja a la deriva. La muchacha tendrá que ponerse al mando para intentar sobrevivir sin apenas agua y comida.

Los hechos narrados en este film se basan en un suceso real que coronó a Tami Oldham como una auténtica heroína. Después de 41 días de sufrimiento frente a situaciones climatológicas adversas, a día de hoy sigue navegando todavía. Así al menos se relata en la cinta del hispano islandés Baltasar Komákur en su regreso al cine estadounidense. La muchacha se inició en la navegación antes de este capítulo, cuando formaba parte como cocinera en la tripulación de otro navío.

Una muchacha herida recupera el conocimiento en un yate que zozobra. Grita el nombre de Richard y parece que lo busca desesperadamente. El navío está quebrado, le falta la vela principal, el motor no arranca y las peticiones de ayuda no obtienen respuesta. Pasamos a la frontera de Tahití, a donde llega la joven que hemos visto en el barco. Tamy Oldham -Shailene Woodley-, de 24 años, efectúa toda una declaración de intenciones. Estará en la polinesia el tiempo necesario para encontrar un trabajo lo suficientemente remunerado que puede llevarla a otro lugar. Se emplea como calafateadora hasta que llega un balandro con un único tripulante, Richard Sharp –Sam Claflin- nueve años mayor que la protagonista.

La atracción de ambos es mutua y comienzan un idilio amable y sin apenas sobresaltos. Ella se marchó de su casa cuando se graduó después de diversos desencuentros con sus padres. Es un alma solitaria, como su novio, que padeció la muerte de su madre, que se ahorcó él cuando contaba solamente con siete años. Hacen planes para el futuro, incluso de boda. Planean dar la vuelta al mundo, comenzando por Japón, pero una oferta les hace echar marcha atrás en sus ilusiones. Un matrimonio mayor, conocido de Richard, les propone que lleven su yate desde Tahití a San Diego, en California, ya que ellos tienen que viajar urgentemente debido a un problema familiar. Les pagarán una suma importante, así como billetes de primera clase en avión para el regreso.

Ella no tenía muchas ganas de cubrir ese trayecto porque les conduciría nuevamente a su localidad natal, pero la relación amorosa le obliga a pasar por alto ese detalle. De camino, habrán de enfrentarse con una tormenta devenida en huracán de fuerza cuatro que destruye buena parte del barco. Con muchos esfuerzos, Tami logra subir a bordo el cuerpo de su novio, que muestra varias costillas y una fractura múltiple de tibia y peroné por lo que será ella quien se haga cargo de la navegación. Intentan marchar contra corriente, aunque la dirección de viento y la escasez de comida y bebida les aconsejan virar para poner su proa hacia Hawái.

Las peripecias apenas dan descanso al espectador. Las adversidades se multiplican como es habitual en este tipo de producciones, pero el montaje, la capacidad fílmica de Baltasar Komákur y un guion muy bien estructurado obran su efecto en dos frentes. La historia de amor es atractiva y romántica; la tensión de la aventura desemboca en un thriller de supervivencia que mejora con creces otras producciones de este estilo rodadas con presupuestos mucho mayores.

Todo en la película funciona. Tiene un pequeño bache cuando llega a los tres cuartos de metraje, pero se recupera sin problemas para desembocar en un buen final por todo lo alto. Incluso, buena parte del público tendrá que enjuagarse los ojos. Se intentan diluir los escenarios naturales que, por su encanto, pudieran endulzar una historia bien equilibrada entre la aventura amorosa y la que ambos protagonistas deberán lidiar contra los elementos atmosféricos. En el mar, las secuencias están rodas con eficacia y son siempre acertadas.

Mención especial perece el espléndido trabajo de Shailene Woodley. Estamos muy lejos de los Oscar todavía, pero este trabajo no debería de caer en saco roto. La protagonista de Divergente firma su mejor trabajo hasta la fecha. Esta actuación le augura un futuro espectacular que, si sabe aprovecharlo, la convertirá en una de las grandes de su generación. La cinta se cierra de forma admirable, a los acordes de una versión remasterizada de Picture in a Frame, grabada por Tom Waits en 1999.

From → Cine

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