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La número uno (Numéro une) (**)

4 julio 2018

En un mundo de hombres

Una brillante ingeniera ha podido alcanzar un lugar relevante dentro de la mayor empresa francesa relacionada con las energías renovables. Cuando queda vacante un puesto al frente de una de las empresas pertenecientes al CAC 40, un grupo de presión pretende convertirla en la primera mujer en presidirla.

La política lleva tiempo buscando la paridad. En la empresa privada, aunque haya partidos políticos que pretendan imponerla por ley, la situación es más difícil puesto que se deben rendir cuentas a un Consejo de Administración y a unos accionistas a quienes el reparto de cargos entre sexos no les importa en absoluto. No obstante, las mujeres acceden poco a poco a esos puestos de responsabilidad y este film de Tonie Marshall busca a la primera francesa en optar a la presidencia de una de las empresas que integran el CAC 30, o índice de las compañías más relevantes que operan en la Bolsa francesa, equivalente al IBEX 35 español, al EURO STOXX 50, DAX, BEL 20, PSI 20 y otros.

Emmanuelle Blachey –Emmanuelle Devos- es una ingeniera que tiene un puesto importante en la mayor empresa gala de energías renovables. Es la única dirigente en un grupo de hombres y demuestra su profesionalidad con los posibles clientes extranjeros. Domina varios idiomas, entre ellos el chino y sabe comportarse como comportarse en todo momento dentro de su labor de ejecutiva.Tiene un marido –John Lynch-, que trabaja a caballo entre París y Londres con el que mantiene una relación escasa y un hijo al que casi siempre encuentra dormido. Debe dar de sí más del cien por cien para competir en un mundo de tiburones.

Su vida está a punto de dar un giro radical cuando un grupo feminista de poder, encabezado por Adrienne Postel-Devaux –Francine Bergé- contacta con ella para proponerle su candidatura a la presidencia de una empresa, Anthea, que cotiza en el CAC 30. Sería la primera mujer en pertenecer a ese selecto grupo. Sus apoyos no parecen suficientes, pero tampoco son baladíes, y tras aceptar la propuesta, mueve sus hilos junto a la mano derecha de Adrienne, la manipuladora Vera Jacob –Suzanne Clément-. La protagonista, por su parte, deberá postularse ante los miembros del Gobierno que la consideran una persona capaz. Enfrente, Jean Beaumel –Richard Berry- utilizará toda su influencia, que es mucha, para frenar la presencia femenina en el índice bursátil. Junto a Marc Ronsin –Benjamin Biolay-, criado a sus pechos, pasará a la ofensiva.

La inercia favorece a Emmanuelle hasta que salen a relucir unas posibles irregularidades de su hombre de confianza, Henri Blachey –Sami Frey-. Todo apunta a que se ha producido un desvío de fondos a un banco suizo, lo que pone cuesta arriba la candidatura feminista, agravada por el fallecimiento de Adrienne. Se abre de esta forma una carrera contra reloj de intrigas palaciegas que implican a las más altas esferas. La cinta tiene hacia un suspense contenido porque en ningún momento se deriva abiertamente hacia el thriller, ni tampoco carga las tintas en las manipulaciones políticas. Ante esa tesitura, Tonie Marshall pone como parapeto la actuación de Emmanuelle Devos, candidata al César por este trabajo que, sin embargo, tampoco consigue transmitir abiertamente la emoción que necesita el espectador.

Mantiene el ritmo, pero sin alardes, porque la cinta necesitaría un poco más de mala uva, algo menos de feminismo y, sobre todo, unas dosis importantes de agitación. Quedan muchos detalles en el tintero y la parte final peca de apresurada. Nos quedamos sin saber los matices que determinan la actitud profesional de la protagonista y los que definen su vida cotidiana al margen de su profesión. El cine francés nos ha dejado en los últimos meses algunos otros ejemplos de trabajos cinematográficos en los que se ponían al descubierto los entresijos de la política. Desde luego, éste no figura a la cabeza.

Funciona mejor como alegato contra la misoginia. Ya es hora de que a las mujeres no se les ponga el veto para encabezar instituciones o empresas, pero el guion tampoco colabora a concienciar al público de una manera determinante. El personaje protagonista no aprovecha su condición femenina y sale perdiendo cuando quiere comportarse como un hombre, o al menos luchar contra los varones con sus mismas armas. Por ahí, probablemente, vengan los mayores problemas de un film sólido, narrado con eficiencia aunque sin alardes y con  interpretaciones coherente.

From → Cine

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