Elis, la voz de Brasil (Elis) (*1/2)

Elis, la voz de Brasil – Más allá de la bossa nova

Elis Regina está considerada como una de las mejores cantantes brasileñas de todos los tiempos. Representó el máximo exponente de la música popular brasileña. Su carrera fue corta pero intensa, desbancando a la bossa nova y viviendo una serie de contradicciones en plena dictadura.

El film arranca a principios de los sesenta, cuando Elis Regina –Andreia Horta-, una joven de fuerte carácter, y su padre Romeu Costa –Zé Carlos Machado- viajan desde Porto Alegre, donde la chica tenía cierto nombre debido a sus actuaciones en distintos locales, a Río de Janeiro. El propósito era grabar un disco, pero el compromiso con la compañía se había concretado para dos meses antes. Decidida a llegar a la cima, consigue una audición en un local de moda, regentado por el promotor Luiz Carlos Miele –Lúcio Mauro Filho- y el compositor Ronaldo Bóscoli –Gustavo Machado-, un donjuán que se convertiría en su primer marido. Fue un compañero de escenario, Lennie Dale –Júlio Andrade- quien le enseñó a moverse y a interpretar sus canciones.

Poco a poco, consigue convertirse en una referencia de un estilo que trascendía a la bossa nona y que se denominó MPB, o música popular brasileña. Trasladada a Sao Paulo, triunfó como conductora de un programa televisivo junto a Jair Rodrígues –Ícaro Silva- mientras seguía cumulando éxitos discográficos y coqueteaba con las drogas y el alcohol. Su segundo marido fue su pianista, César Camargo Mariano –Caco Ciocler-. A finales de la década tuvo sus vaivenes con el régimen dictatorial. Fue acusada de estar a favor de la cúpula militar y, posteriormente, en una entrevista los calificó de una camarilla de gorilas.

Esa es la versión que nos ofrece la película, muy libre en relación a la oficial de quien fue calificada en su día como la Más grande cantante de Brasil. Su familia, según el filme, su familia no disponía de suficientes recursos económicos, pero ella ganaba 15.000 dólares al mes cuando tenía veinte años. Grabó discos nada más llegar a Río de Janeiro y apoyó el movimiento Tropicalia, grabando canciones de compositores tan acreditados como Gilberto Gil. Realmente, cuando en la célebre entrevista dijo su famosa frase sobre las autoridades del país, no ingresó en la cárcel debido a su popularidad, pero fue condenada a cantar el himno brasileño durante las Olimpiadas del Ejército, lo que le granjeó la animadversión de los militantes de izquierda.

Dirigida por el debutante Hugo Prata, la puesta en escena supera con mucho a un guion confuso y en ocasiones desperdiciado. Las contradicciones de Elis están cogidas con alfileres y desconocemos si existía alguna vinculación posterior con sus padres. Desaparece cualquier referencia hacia ellos desde que inicia su carrera ascendente, y la espiral hacia los infiernos de la protagonista la encontramos deslavazada y muy lejos de propuestas familiares que sí han llegado a penetrar en nuestro corazón como heridas punzantes.

La actriz Andreia Horta da todo lo que tiene, aunque no está llevada de manera convincente a lo largo de todo el metraje. Tiene momentos magníficos, especialmente la primera ve que aparece con el pelo corto, y otros que no llega a transmitir la potencia del personaje. A la vista de las imágenes y de su contenido resulta difícil hacernos creer que tengamos enfrente a una de las mejores voces de la historia de la música brasileña. Hablamos de un país que hado estrellas inolvidables, como Astrud Gilbero o las mismísima Nara Leao, a quien el personaje que nos ocupa arrebató el escalafón más alto del podio.

La figura de Elis Regina merecía un retrato más potente aun a pesar de que la producción está cuidada al máximo. Luce la inversión y también una fotografía con los filtros adecuados para retrotraernos a los años sesenta. El vestuario se queda en un segundo plano y las canciones elegidas, pese a que son originales de Horacio de Moares y la propia Elis Regina, en el intento de combinar el ritmo con la balada no parece que haya sido la más acertada.