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Lady Off (***1/2)

31 marzo 2019

Tomar no es conceder

Una joven actriz que no puede vivir de la interpretación acepta incorporar a Lady Ana en una versión muy revisada del Ricardo III de Shakespeare. Asistimos al ensayo de una parte del texto, a su representación y a la lectura que la protagonista lleva a cabo con su compañera de cuarto.

Ella trabaja en el cetro de Madrid. Solamente a media jornada como dependienta. Espera que llegue su momento, pero las ofertas para una de tantas meritorias no se prodigan. La opción es incorporar el personaje de Lady Ana en una versión post moderna del Ricardo III de William Shakespeare. Ni el teatro en el que se va a representar, ni los compañeros ni el director le hacen feliz, aunque como muy bien dice a su compañera de piso, no puede dejar que esa oportunidad pase de largo.

Después de un primer largometraje fallido, el cineasta David R. Losada, que se reserva una pequeña participación como intérprete, ha recurrido al teatro para firmar una película hábil que entre las repeticiones de fragmentos del texto clásico, propone muchas cosas entre líneas, tales como la insatisfacción de los jóvenes ante la precariedad laboral, el machismo, la sumisión y el inconformismo. Aparte de una puesta en escena obsesiva, en la que priman los planos cortos, destaca la actuación de su protagonista femenina. El debut de Marta Fuenar la coloca como candidata a la actriz revelación del año. Tampoco se queda atrás su compañera de reparto, Jaione Azcona.

Ambas comparten piso. Cuando Ana llega de trabajar repasan el libreto para que ella pueda aprenderse el papel con mayor comodidad. Son los mismos párrafos que se repiten una y otra vez desde su domicilio a la lectura en el teatro, a los ensayos con vestuarios e, incluso, en las mismas representaciones. Los costes se han reducido al mínimo, Pocos exteriores, primando la madrileña plaza de Antón Martín, y el metro. Además, el hogar de las chicas y las dependencias teatrales de un recoleto centro de exhibiciones alejado de los circuitos convencionales, un off Madrid.

La propuesta está llena de detalles que nos obligan a estar atentos, lo que no es difícil en una obra que no se extiende más allá de los setenta minutos. Los fragmentos shakesperianos se repiten de forma machacona una vez que Guillermo III/Gabriel –Mateu Bosch- ha soltado un soliloquio a cámara ya vestido con los hábitos de la función y maquillado con una especie de máscara oscura desde la frente a la nariz. Para la función se sirven de un efecto luminoso como decorado general.

Aunque se insista una y otra vez en los mismos párrafos, todo es diferente. Desde la lectura a la representación media un abismo y versiones diferentes. Ana, con maquillaje blanco donde Ricardo III lo tenía negruzco, simbolizando los dos extremos, tiene que hacer frente a la seducción del rey. Es el epicentro de un relato en apariencia soso, sin mayor trascendencia que, sin embargo, abriga tesoros ocultos.

La actriz expone su punto de vista al director –Yeyo Bayeyo-, con un aspecto hípster que evoca la fisonomía de quienes pretenden reinventar un arte cuyas reglas parecen bien determinadas desde hace milenios. Ella no entiende que su personaje haya de rendirse a los encantos del hombre culpable del asesinato de su marido y de su padre. Tomar no es conceder. La frase cobra sentido. El hombre toma lo que la mujer no concede en un acercamiento a lo que casi es una violación.

Ana no está a gusto con esa visión del director. Tampoco ha aceptado ese papel para hacer amigos. Compañeros y nada más. Se rebela, pero no hay caso. Puede ser una oportunidad, una puerta abierta al futuro al igual que la que ha conseguido despejar Marta Fuenar con esta película. A partir de ahora debieran de lloverle ofertas y sería injusto que terminase como dependienta a tiempo parcial por no haber cumplido su sueño.

Los recursos económicos lastran la película en algunos aspectos. El vestuario no es propio de una corte real y la iluminación sirve para eliminar decorados o costosas postproducciones. Hace bien su autor en concentrar su texto en unos diálogos bien definidos. Le permite que, a través de sus dos actores, exprese sus puntos de vista; o, cuando menos, sus dudas morales. Mucha imaginación en un film de bajo presupuesto que, alejado de las rutas comerciales, merece el mayor de los respetos.

From → Cine

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