Escapada (*1/2)

Okupas familiares

Dos hermanos viajan desde Bélgica a España con la intención de encontrarse con un tercero y liquidar una herencia familiar. Sin embargo, el que vive en la Península Ibérica ha okupado la casa en venta junto a su compañera, madre de una niña de pocos años, y un grupo de correligionarios.

La muerte de un padre y su herencia desencadena un conjunto de fantasmas familiares personalizados por tres hermanos de sentimientos y comportamientos muy diferentes. La debutante Sarah Hirtt pretende contarnos el conflicto derivado de la propia herencia al tiempo que enfrenta al capitalismo con la autogestión y el crecimiento interior de los personajes principales a la vista de la sucesión de acontecimientos.

No se trata de una propuesta baladí. Hay muchos aspectos interesantes en su interior. Otra cosa muy distinta es que se narre de la forma más acertada. Resulta bastante más interesante lo que se cuenta que el cómo y ese es precisamente el mayor defecto de la película. Entre el guion y la puesta en escena, demasiado caótica en algunos pasajes, apenas dejan ver un meollo trascendente y por momentos apasionante.

Gustave –Fraçois Neycken-, que se gana la vida como transportista y que se encuentra en lo más parecido a la ruina, aprovecha que ha de entregar un pedido en Oporto para pasar por Cataluña y vender una masía y el viñedo colindante a un vecino. Necesita la firma de sus otros dos hermanos. Lou –Raphaëlle Corbisier- le acompaña mientras que en su destino debe encontrar Jules –Johan Manca-. Sin embargo, este último es un anarquista militante que vive con Lucía –María León- y su pequeña hija. Junto a unos compañeros okupan la casa familiar con la intención de recuperar el viñedo y hacerlo rentable.

Cuando se encuentran surgen las discrepancias derivadas de la situación y sentimientos de cada uno. Representan distintos puntos de vista de ver la vida. Lou, quien tiene que encontrar su personalidad y su camino reprocha a Jules que se haya desentendido de su madre, con quien nunca se ha llevado bien. Gustave quiere acelerar la venta al vecino para restañar sus agujeros económicos. Por eso se enfrenta a su hermano, puesto que las intenciones respectivas son muy diferentes.

Por iniciativa del posible comprador –Fermí Reixach- intervienen las autoridades y llevan a cabo un exhaustivo balance de la situación en la masía, lo más parecido a una comuna. El representante de la Administración –Sergi López- observa claras deficiencias. No hay agua corriente, ni luz eléctrica. Las paredes están desconchadas y la niña duerme con sus padres al no tener su propia habitación. Mientras Gustave va a cumplir con su trabajo, el resto de amigos se afana en restaurar la vivienda y aplicarse en el viñedo. Uno de los personajes está interpretado por Bruna Cusí, ganadora de un Goya a la mejor actriz revelación.

Los tres hermanos se ven obligados a convivir, a acercarse y a distanciarse por momentos. Descubrirán sus puntos en común y sus divergencias. Sarah Hitt apuesta por un relato optimista en el que cada uno encuentre su sitio entre canciones populares y fragmentos operísticos. Quizá, todo sea demasiado benevolente y las fricciones, incluso las peleas entre varones, quedan minimizadas en el conjunto. Tampoco se observa una inyección económica suficiente para obtener todo lo necesario a la hora de la restauración. El grupo opta por un estilo de vida en el que no entra el trabajo para conseguir la remuneración pertinente.

Es posible que se hubiera necesitado un poco más de mala uva. Alguien que, en algún momento, pudiera ser mucho más cainita, que provocara altibajos muchos mayores que los que ofrece la película. La autora no toma partido ya que expone los hechos con máxima delicadeza, con excesivo cuidado de no molestar. Apenas hay sufrimiento en una obra que se supone dramática puesto que las sonrisas están ausentes durante todo el metraje.