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Enemigos íntimos (Frères ennemis) (**1/2)

14 junio 2019

Criados como hermanos

Manuel y Driss han crecido siendo inseparables, pero cuando separaron sus caminos se encontraron frente a frente. El primero se ha metido de lleno en el mundo del tráfico de drogas mientras que el segundo ha devenido en policía. Llega un momento en que sobre Manuel se cierne la ley y su propio ambiente.

Dos personas que se criaron como hermanos y cuya cohesión entre ambos parecía inquebrantable. El tiempo y las decisiones personales terminaron separándolos, enfrentándolos más bien. Hasta que llega un momento en que, cada uno a un lado de la ley, no tienen más remedio que colaborar. La propuesta, por mucho que haya participado en la sección oficial del Festival de Venecia, no presenta demasiadas novedades.

Infiltrados de la policía en el mundo de la droga y una venganza motivada por un acoso implacable son los ejes centrales de esta puesta en escena de David Oelhoffen, que sabe dotar a la historia de un ritmo más que aceptable, como sucedía en Lejos de los hombres -2014-, si bien muestra un bache acusado a mitad de recorrido. Más débil se presenta la historia, con algunos cabos sueltos, aunque la interpretación de sus dos actores principales salva muchas de las contingencias en contra de esta producción.

Manuel Marco -Matthias Schoenaerts- es quien coquetea con la droga. Vive en Les Landas, un barrio marginal en las afueras de París en el que la inmigración es notable. Driss -Reda Kateb- es el policía. Es francés de segunda o tercera generación y no habla árabe. Con pocas palabras, el responsable del film busca golpear el mentón del espectador en cada secuencia, pero solo consigue elevar el conjunto cuando el agitado Manuel y el calculador Driss se encuentran cara a cara.

Intenta apartarse de los ajustados cánones del género. A Manuel todo se le viene encima. Le acusan de soplón tras una entrega fallida y debe hacer frente al destino de Imrane Moglalia -Adel Bencherif-. Parece fuerte y, sin embargo, tiene que refugiarse forzosamente en una mujer, Mounia -Sabrina Ouazani-, con la cual mantiene una dependencia mayúscula. Rémi Rufo -Nicolas Giraud-, y el gran capo del barrio, Raji – Ahmed Benaissa-, ese característico que siempre aparece con las manos lavadas, pero que lo controla todo, le han colocado en una situación insostenible.

La única salida de ese callejón oscuro es volver a encontrarse con Driss, quien a cada paso parece que pueda enlazar con su pasado de un superviviente más en el barrio. Cada uno tiene mucho que ganar. Manuel, salir ileso ante un entorno que se le ha vuelto absolutamente en contra; el policía, acabar de una vez por todas con la red mafiosa. Dos caracteres diferentes con ambiciones que se entrelazan. Para uno es su propia supervivencia; para el otro, cumplir con su trabajo y seguir ascendiendo.

No cabe duda de que el personaje tan bien construido por Schonaerts es un sufridor. Driss está marcado por un pasado del que pudo salir con la cabeza alta y también con remordimientos. Razón fundamental para que desee proteger a su amigo de la infancia. De esta forma, la visión de la película se transforma en bipolar. Hay dos puntos de vista que se refieren a sus dos protagonistas. David Oelhoffen lo acentúa echándose la cámara al hombro en bastantes pasajes. Busca una vertiente próxima al documental.

No acierta de pleno en esa intención de dualidad, y cabalga en otros tantos sentidos. No se aparta de los códigos más asentados de este tipo de cine y, de alguna forma, pretende vulnerarlos. Es ahí donde vacila entre lo constreñido y la ruptura de molde. El director aporta músculo en una atmósfera densa, que casi se puede cortar. Busca el ascenso con dos personajes bien definidos que, de todas formas, no quieren y tampoco dejan de coquetear con los estereotipos.

Son los dos actores quienes terminan de agrandar sus roles en esta coproducción franco belga que quiere trasplantar a su terreno el ambiente más sórdido de Scorsese o remitirse en la distancia a El clan de los irlandeses. Hay más proximidad con el cine de género norteamericano que con el francés. Busca la diferencia en aunar ambas tendencias. Por eso tiende a la reflexión si bien no quiere rehuir nunca de los tópicos. La amalgama no deja de ser interesante, aunque podríamos haber esperado un mejor resultado.

From → Cine

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