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La familia que tú eliges (The Peanut Butter Falcon) (***1/2)

16 julio 2020

Personajes a contracorriente

Un joven con síndrome de Down se escapa del centro donde está recluido con intención de cumplir su sueño. Quiere ser profesional del wrestling e intenta llegar a una escuela de lucha. En el camino encontrará a un pescador furtivo dado a la fuga que se convertirá en su entrenador y en su mejor aliado.

Las películas en las que cobra especialmente protagonismo un personaje autista o que manifiesta un síndrome de Down evidente tienen un denominador común, la ternura. De entrada ya han ganado a los espectadores, y el afecto por esas historias se incrementa cuando el intérprete padece realmente esa enfermedad. Ese es el caso de este film, que cuenta con la participación de Zachary Zak Gottsagen, un joven que sueña con convertirse en un luchador profesional. Está obsesionado por Salt Water Redneck -Thomas Haden Church- y mira obsesivamente sus vídeos sin descanso.

El guion de Tyler Nilson y Mike Schwartz que ellos mismos llevaron a la pantalla nos presenta a Zak en un establecimiento para internos de la tercera edad. No debería de estar allí, pero no le han encontrado ningún hueco en ningún otro lugar. Está al cuidado de Eleanor -Dakota Johnson-, una enfermera atípica, y comparte habitación con el anciano Carl -Bruce Dern-. Será éste, ingeniero de profesión, quien le ayude a escapar en pos de su sueño. Se trata de recibir clases en una escuela de lucha para ser profesional del wrestling.

En este tipo de historias, siempre aparece otro personaje que llegará a compartir las vivencias con el protagonista, al estilo de Rain Man. Ese lugar lo ocupa Tyler -Shia LaBeouf-, pescador de cangrejos furtivo cuyo hermano falleció en un accidente de coche cuando él conducía. Ahora es perseguido por Duncan -John Hawkes- y Ratboy -Yelawolf-, a los que ha incendiado las nasas por valor de doce mil dólares cuando le impidieron acceder a ellas por no tener licencia. El encuentro inicial entre Zak y Tyler no es afortunado, pero ambos están condenados a entenderse, lo que se produce a través de unas escenas brillantemente construidas en la zona rural de Carolina del Norte.

Los amigos son la familia que tú eliges le llega a decir el furtivo, convertido ya en su entrenador, mientras van en busca de su destino. Por una parte, encontrar la escuela de Salt Water Redneck y convertirse en profesional; y por otra, llegar al mar y hacer con un barco para salir a pescar con los turistas. En medio, la persecución de que es objeto Tyler, y el encuentro con Eleanor, quien debe encontrar a su paciente contra viento y marea. Los tres, sin aparentes puntos en común encuentran un punto de equilibrio mientras Zak quiere adoptar el nombre de The Peanut Butter Falcon -título original de la película- antes de su enfrentamiento con Sam -Jake Roberts-, en la primera oportunidad de subirse a un cuadrilátero.

No hacen falta muchos diálogos para sacar adelante una buena película. Tampoco se necesita una historia original o enrevesada para ganar nuestra atención. Se podría discutir si las partes que componen este trabajo de Tyler Nilson y Mike Schwartz son verdaderamente admirables por sí mismas. Seguramente, no. Sin embargo, el todo funciona como un reloj suizo. Los intérpretes están a la altura de sus personajes, y se los creen. La compenetración entre LaBeouf y Gottsagen, que ha estado estudiando interpretación desde niño, resulta admirable. Dakota Johnson cumple muy por encima de la media de sus actuaciones.

Ante todo, se presenta un mundo real. No hay metáforas en la presencia de un afectado por síndrome de Down. Se integra en un universo en el que nada es ficticio y hasta en el que cada parte del paisaje tiene su importancia. Las olas del mar, las nasas, el maíz y hasta la lona de la cutre escuela de Redneck tienen el sabor de lo tradicional y lo auténtico. Casi se mastican sus sabores en cada una de las secuencias, que se refuerzan con música country o espirituales. Como le sucedía a Mickey Rourke en El luchador, los personajes se incorporan a un entorno genuino sin apenas parafernalias.

Los artificios no existen. La historia podría caer en el melodrama, y sabe escapar de él con ligeros toques de humor que mantienen intacto el optimismo. Puede que el global sea una quimera, pero se ajusta a lo concreto. El sentido de fábula está presente en las extravagancias a que han de enfrentarse sus protagonistas. Pese a ello, todo se desarrolla de una forma natural, y conseguir que el camino más sencillo sea la solución menos complicada es un mérito innegable.

From → Cine

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