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La amabilidad de los extraños (The Kindness of Strangers) (**)

17 julio 2020

La bondad entre lo impersonal

Una mujer llega en automóvil con sus dos hijos a Nueva York. Huye de su marido, un padre abusivo, y se encuentra en La Gran Manzana como una indigente más. Paralelamente, un ex convicto consigue trabajo el mismo día que sale de la cárcel como responsable de un restaurante ruso en decadencia.17

El séptimo arte ha insistido hasta la saciedad en que todos estamos conectados de alguna manera en el cosmos y que las historias cruzadas no son válidas porque sí. Lo son a causa de esa extraña interrelación que existe en el universo. Por eso, cuando nos encontramos con algún guion de este tipo sabemos que todo tiende a la estabilidad, como si de un efecto mariposa a pequeña escala se tratase.

Bajo esa premisa, la danesa Lone ScherfigItaliano para principiantes, An Educationha compuesto una fábula que parece seguir los postulados de Frank Capra. Transcurre en Nueva York y el homenaje al autor de ¡Qué bello es vivir! resulta evidente en una secuencia en la que la nieve cobra protagonismo. No es Navidad, pero casi. No se produce un milagro como tal porque ningún enviado del cielo modificará la vida de los protagonistas, pero todos los personajes centrales se encuentran o son benefactores a mayor o menor escala. Los parámetros, por tanto, se mantienen.

Marc –Tahar Rahim- celebra junto a su abogado John Peter –Jay Naruchel- haber pasado únicamente cuatro de los ocho años de cárcel que le correspondían por su intento de proteger a su hermano drogadicto y camello. Lo celebran en un restaurante ruso de Manhattan que vivió épocas más esplendorosas entre el vodka y el caviar. Su cabeza visible es un nativo con acento ruso que responde al nombre de Timofei, lo que permite a Billi Nighy actuar y ejercer como uno de los productores. Esa misma noche, Marc abandona el local con la libertad y el puesto de gerente del decadente establecimiento.

A Manhattan llega Clara –Zoe Kazan- con sus dos hijos, Anthony –Jack Fulton- y Jude –Finlay Wojtak-Hissong-. Parece un viaje de turismo por el deseo que muestran los chavales por conocer Manhattan. Sin embargo, están decididos a no regresar a su hogar donde Richard –Esben Smed-, es un policía maltratador con sus hijos. Es el único antagonista de un film que rebosa amabilidad y buenas intenciones. Clara, para proteger a los chicos y a ella misma roba vestidos y complementos en grandes almacenes, se lleva comida de algunos actos públicos e incluso utiliza los espacios de caridad destinados a los indigentes.

Una de las personas que se encargan de dar alimento a los sin techo es Alice –Andrea Riseborough-, una enfermera que trabaja hasta turnos de doce horas en un hospital y tiene tiempo para ejercer la caridad y hasta para dirigir cada martes una terapia de grupo a la que acude el letrado John Peter, afectado por defender a culpables a los que busca exonerar y a inocentes que son condenados. Alice encuentra un apoyo en la figura de Jeff –Caleb Landry Jonez-, un tipo negado para casi todos los trabajos, que es despedido a las primeras de cambio y comienza a vivir en la marginalidad.

Todos estos personajes conectarán entre sí en pocas fechas. La película muestra el presente y elude cimentar las razones por la que cada uno de ellos ha llegado hasta ese punto. Si esquemático es el pasado, tampoco va más allá en lo que sucede a cada momento. Parece más un carpe diem al que no se deben buscar más explicaciones porque tampoco ofrece argumentos para meditar. Da igual que se queden algunas líneas de trabajo suspendidas en el aire. Por otra parte, su aspecto de cuento hace que pasemos por alto cuestiones como el perfecto desenvolvimiento que Clara lleva a cabo en Manhattan o la responsabilidad que se concede a Marc sin apenas conocerlo.

Lone Scherfig nos presenta una ciudad de Nueva York, y más concretamente la isla más poblada del mundo por metro cuadrado, como una urbe prodigiosa en la que cada vecino se desvive por los demás. No vamos a decir aquí que se trate de la ciudad más inhóspita del mundo, pero desde luego no es como nos la pintan. Es necesario que se produzca una conjunción astral inesperada para que lo narrado en la pantalla se produzca. Y nadie habla de milagro ni de predestinaciones.

La autora pretende mostrar una visión de Manhattan alejada de los tópicos o, al menos, de los encuadres tradicionales. Por el contrario, la ciudad no toma protagonismo. La aventura de sus personajes podría suceder en cualquier parte por mucho que nos quieran vender a una Nueva York hospitalaria. Resulta difícil de creer el conjunto y las partes. De todas formas, se envuelve en una historia optimista y humana, ligeramente estirada, que puede llegar a convencer al espectador, aunque nunca a entusiasmarle.

From → Cine

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