Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra (**)

Se acumulan los desastres

Javier se ha convertido en referente del grupo de chat de las madres. Parece tenerlo todo controlado, pero de repente se le amontonan las adversidades. Su esposa está embarazada, su hermano está a punto de separarse porque no quiere tener descendencia y, tras la marcha de la empleada de hogar, aparece la suegra.

Lo que no se ha conseguido en las otras tres cinematografías que optaron en su día por versionar esta comedia, incluyendo la argentina, de donde procede el original, lo ha obtenido con acierto Santiago Segura. Su gran éxito popular de cine para la familia tiene continuación y surgen de nuevo los personajes de la primera entrega a los que se les une la suegra -Loles León- y un ramillete de personas populares que apoyan una historia amable diseñada exclusivamente para el éxito.

No cade duda de que Santiago Segura es uno de los cineastas españoles más inteligentes. Conoce el oficio y busca los resquicios indispensables para triunfar en taquilla. Ejerce como locomotora en la pantalla y recurre a personajes muy conocidos para adornar su propuesta. Algunos de ellos, nada más aparecer en pantalla ya provocan la risa en los espectadores. Da igual que sean buenos actores, malos o regulares. El resultado es una película de amiguetes, pero también de márquetin. Pensada únicamente para funcionar en taquilla.

Javier – se siente cómodo liderando el chat de las madres. Se ocupa de sus cinco hijos, cada uno con los problemas lógicos de su edad, mientras su esposa Marisa -Toni Acosta- sigue adelante con su profesión de abogada. Sin embargo, la calma chicha y el orden dentro de la vorágine, dará paso al caos. La hija mayor, Sara -Martina Valeria de Antioquía- está en edad de tontear con los chicos; Carlota -Calma Segura- es demasiado responsable para lo que de ella se espera; Rocío -Luna Fulgencio- continúa con su deseo de triunfar como cantante de copla; Dani -Carlos González Morollón- es un desastre en sus dos actividades extraescolares, fútbol y ballet; mientras que Paula -Sirena Segura- quiere tener un perro.

Para colmo de males, Rosaura -Wendy Ramos-, la fiel empleada de hogar ha optado por prestar sus servicios en otra casa, donde le pagan más dinero y trabajará menos horas. El hermano del protagonista, el tío Paco -Leo Harlem- está a punto de separarse de Carmen -Silvia Abril- porque no quiere tener hijos, al menos de momento. Todo un cúmulo de situaciones adversas, al que se añade el nuevo embarazo de Marisa, que se convierte en un puzle a resolver. Entre situaciones más o menos afortunadas de comedia, durante noventa minutos apenas se concede respiro al espectador debido a los diálogos prácticamente incesantes y la aparición de estrellas del mundo audiovisual que aportan su granito de arena para que la inercia continúe hasta el final.

Santiago Segura dirige con tino una sucesión de gags. El guion coescrito con Marta González de Vega y Juan Vera intenta hilvanar como puede las situaciones que se ofrecen en el celuloide. Algunas encajan, pero la mayoría parecen fragmentos sueltos que parecen tener cierta continuidad gracias a los personajes. De ahí que las apariciones de María del Monte, Jose Mota, Nuria Fergó, Cristina Pardo, Florentino Fernández y algún otro parezcan en su mayoría pegotes que, sin embargo, contribuyen y de qué forma, al éxito del film.

El director y protagonista es la auténtica estrella de la función. Hasta se encarga del tema musical que acompaña a los títulos de crédito. Sabe de su tirón y lo explota, sazonándolo con una serie de intérpretes que añaden al conjunto su cuota parte de popularidad. Sin duda, conseguirá el predicamento que busca y que, si tenemos en cuenta de que se trata más que nada de un producto de laboratorio, también busca y probablemente merece.

Se ha optado por el entretenimiento familiar y hasta es posible que haya una tercera entrega para delicia de sus fans y demostrar lo que antes decíamos. Su autor es uno de los tipos más inteligentes del panorama audiovisual español y sabe como llegar al espectador. A partir de ahí, todo le viene rodado. Si tiene que entrenar un equipo de fútbol, hacer que huya el novio de su hija mayor, o preparar un regalo para la maestra más destacada, allí está él. Por mucho que meta la pata, conseguirá salir airoso. Incluso, con la llegada de la suegra.