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No matarás (***1/2)

16 octubre 2020

No matarás – La noche que cambió su vida

Dani vuelve a su vida habitual tras la muerte de su padre. Una noche conoce casualmente a Mila, una muchacha atractiva e inestable, que le arrastra a una aventura imprevisible. Nadie podría esperar que un personaje apocado pudiera tomar decisiones que implican un drástico cambio en su vida.

Hay que dar las gracias a Mario Casas porque él solo se propone retos como actor, demuestra su profesionalidad en cada trabajo, al tiempo que asciende peldaños de forma paulatina. Es cierto que tiene que mejorar su dicción, mal endémico de los actores españoles, pero su presencia ante las cámaras resulta convincente. Especialmente, en No matarás, segundo largometraje de David Victori, que mejora sensiblemente el film de su debut y a quien también hay que darle las gracias por habernos descubierto a una actriz con enorme futuro, Milena Smit.

La historia de Dani es la de un joven apocado, que apenas ha salido de casa en los últimos tiempos porque ha estado pendiente de su padre, aquejado de una enfermedad terminal. Un día que baja a comprarle tabaco se lo encuentra muerto a su regreso. Su hermana Laura –Elisabeth Larena-, una abogada de éxito y muy ocupada, había delegado en él los cuidados paternos y ahora está dispuesta a sufragarle su gran deseo, dar la vuelta al mundo.

Una noche, en un restaurante de comida rápida una muchacha llamada Mila le pide dinero para abonar su consumición. Con la intención de devolvérselo solicita que le acompañe hasta que abre la verja de un negocio de tatuajes y le invita a pasar. Es el comienzo de unas horas descabelladas. Un descenso a los infiernos inesperado y en ningún momento pretendido.

Dani tendrá que tomar decisiones que ni por lo más remoto formaban parte de su personalidad. Desde la aparición de Ray –Fernando Valdivielso-, que mantiene una relación tormentosa con Mila hasta un final tremendo y valioso cinematográficamente, aun con pequeñas licencias, Todo se vuelve caótico, aunque controlado por su responsable. Las decisiones equivocadas, la mala fortuna y el encontrarse en el lugar equivocado marcarán un nuevo rumbo en la vida del protagonista.

¿Qué motivó el he hecho de que el personaje central decidiese finalmente acompañar a la extraña que se ha cruzado en su camino? No era por dinero. Más bien por un impulso sexual. No se dice, aunque le suponemos un cierto grado de misoginia y una ausencia total de relaciones por el hecho de dedicarse absolutamente al cuidado de su padre. En cierto modo, Mila representa una bocanada de aire fresco por la que se deja arrastrar. Ella es atractiva, pero también inestable psicológicamente. Cuando Dani advierte los peligros que le rodean ya es demasiado tarde y las soluciones que toma son las más drásticas.

Una vez dentro de esa espiral no hay vuelta atrás y el espectador, metido dentro de la piel del protagonista lo sabe. Es probable que le repugne esos actos, pero entiende que es una salida lógica a esa tremenda  noche, más cerca del Sam Peckimpah de Perros de paja que de Martin Scorsese, John Landis o el benevolente Frank Capra. Quizá Friz Lang haya sido más influyente, convirtiéndose Mario Casas en el Edward G. Robinson de Victori.

Cámara en mano, Victori nos mete dentro de su protagonista. Le sigue inicialmente en un plano secuencia mientras baja al estanco hasta que llama por teléfono a su hermana para informarle del óbito. Lo vemos principalmente de espalda, como si tuviéramos que saltar sobre él y hacerlo nuestro. También es la monotonía que se quiebra cuando conoce a Mila. La película se cierra de forma semejante, aunque tiene otras connotaciones. ¿Se puede regresar a ser el mismo de horas antes después de todo lo que ha pasado? La partitura de Adrian Foulkes y Federico Jusid, brillante aunque no siempre ajustada, tampoco proporciona pistas en este sentido.

Puede ser que esa mala noche se quede en pesadilla. Será cada espectador quien tenga que sacar sus propias consecuencias si no desea que este No matarás pase ante sus ojos como un mero entretenimiento más o menos acertado. Ese es uno de los puntos flacos de esta producción. Dani no es reflexivo porque apenas tiene tiempo de pararse a ello y porque los acontecimientos le obligan a tomar decisiones inmediatas. Está a merced de Mila, que lleva casi siempre la iniciativa y tampoco invita al público a ir más allá. Puede meterse en su piel, pero no en su cabeza.

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