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Hasta el cielo (**1/2)

18 diciembre 2020

Quinqui con pajarita

La vida de Ángel cambió al conocer a Estrella. Le llevó a un enfrentamiento con Poli, capo de una banda de atracadores, quien ve en el muchacho posibilidades para salir airoso de cualquier lío. Aprenderá tan pronto que volará por libre buscando la protección de quien controla sin mancharse los bajos fondos.

A Daniel Calparsoro le van las películas de atracos y el guion de Jorge Guerricaecheverría es un vehículo más que aceptable para sus intenciones. Con Hasta el cielo se apunta un regreso al cine de quinquis, que se desarrolló en España durante la década de 1970 y la siguiente. En este caso la historia se complica con un doble triángulo amoroso.

Ángel -Miguel Herrán- conoce a Estrella -Carolina Yuste- y nace entre ellos un vínculo pasional que afecta a Poli -Richard Holes-, capo de una banda de atracadores que trae en jaque a la policía madrileña. Tras un duelo de gallitos, Poli ve en el personaje central un elemento capaz de meterse en líos y salir airoso de ellos, pero Ángel es ambicioso. Pronto volará por su cuenta en su pretensión de llegar a lo más alto, hasta el cielo.

Para conseguir su propósito interactúa con dos personas. Don Rogelio -Luis Tosar- es quien controla los bajos fondos, y su hija, Sole -Asia Ortega-, que fuera compañera de colegio del personaje central, le tiende sus redes amorosas de inmediato. Ángel ve en ella la oportunidad que busca. Máxime, si cuenta con el favor de Don Rogelio, cuyos tentáculos no se exponen si exceptuamos un alto jefe policial. Se establece de esta manera otro triángulo amoroso entre un hombre y dos mujeres que sube la temperatura del film.

La acción es constante siempre y cuando nos alejemos del romance. Atracos a joyerías y a otros establecimientos de lujo hasta que llega la oportunidad de dar un golpe muy importante en Ibiza. En ese momento, el quinqui que representa el eje central del relato ha dado un paso hacia adelante entre encierros en prisión a cargo de Duque -Fernando Cayo-, un insistente policía y las acciones de una abogada corrupta, Mercedes -Patricio Vico-. Ahora no es el joven delincuente que sobrevive en una barriada marginal. No le desdice la pajarita ni se encuentra extraño en ambientes sociales de mayor nivel.

La película funciona hasta que guionista y director se empeñan en forzar las situaciones y desembocar en una media hora final algo confusa y políticamente correcta de cara al espectador. Obliga a que el conjunto se extienda demasiado, llegue a las dos horas, y con ello se pierda buena parte del interés conseguido al principio gracias a una buena posición de la cámara y a insertos valiosos de la ciudad, especialmente por lo que se refiere a las imágenes nocturnas y los planos aéreos.

El último golpe, con epicentro en el Hotel Miguel Ángel, lleva a u callejón sin salida para casi todos los personajes, que se resuelve de la forma menos imaginativa. El duelo entre Poli y Ángel deja de funcionar, aunque siguen activos los componentes de la banda de aquel, a quienes se unen los amigos inseparables del protagonista. Hay momentos clarividentes, pero la actuación policial queda desdibujada por los actos delictivos y una abogada que parece jugar a dos barajas y que, a la postre, se deja llevar por el interés crematístico.

En el momento que la acción no tiene más argumentos que ella misma es cuando más se resiente el largometraje. Hay cierta reiteración en las secuencias de exhibiciones nocturnas. No se les saca el partido suficiente mientras cae la lluvia. Algo parecido sucede cuando la historia se introduce en las discotecas, tanto en las ibicencas como en las de la capital. Crece cuando Carolina Yuste aparece en pantalla. Solo por ella merece la pena sumergirse en esta historia que revitaliza un género propio y eleva la nota media de la serie B.

From → Cine

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