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Nuevo orden (***)

17 febrero 2021
Nuevo orden

La inacabable lucha de clases

Una boda de alta alcurnia se convierte inesperadamente en una lucha entre clases que deriva en un violento golpe de estado. Vista a través de los ojos de una joven prometida y de los sirvientes que trabajan para su familia, anticipa el derrumbe de un sistema político y del nacimiento de un desgarrador nuevo reemplazo.

Si por algo se caracteriza el cineasta mexicano Michel Franco es por llevar sus ideas al límite. Bien lo sabe la española Emma Suárez –Las hijas de abril– y también son conscientes de ello en el Festival de Cannes, donde siempre que se ha presentado se ha ido con algún galardón. Con Nuevo orden cambió la Riviera francesa por Venecia y se llevó el Gran Premio del Jurado. Es muy probable que pesara entre los deliberantes el ansia de construir un sistema político y económico diferente al que impera en la actualidad.

A pesar de su reconocimiento internacional, su tráiler provocó muchos problemas en su país, a lo que se sumaron unas declaraciones poco afortunadas del director. Se le acusó de parcial, supremacista, y de colocarse al lado de los whitexicans, o blancos muy adinerados que conforman, según se dice, el uno por ciento de la población. A la vista de la película, no hay tal sesgo, y Franco carga las tintas sobre todos los estamentos, llevando a cada uno de ellos a un grado de violencia que, tal vez, sobrepase lo excesivo.

Esta vez no se debate entre Puerto Vallarta y la capital federal, ya que ubica su relato en México DF. Tiene lugar una boda en la que la élite económica, militar y política acompaña el enlace entre Marian -Naian González- y Alan -Darío Yazbek-. Se trata de una propuesta distópica, que transcurre en 2021 y que magnifica la lucha de clases. Los revolucionarios, en un claro signo metafórico, usan pintura verde y la confusión inicial es tal que no sabemos distinguir entre los miembros del ejército, los paramilitares o las distintas facciones que quieren imponer su ley.

Nada parece preocuparles a esa élite opulenta y corrupta, según acertamos a distinguir. Su única preocupación en ese momento es el retraso de algunos invitados a causa de los desmanes callejeros. La madre de la novia -Lisa Owen- es la primera en advertir algo extraño, pero no hay marcha atrás. Allí se presenta Rodolfo -Eligio Meléndez-, un ex empleado, que viene a pedir dinero para una operación urgente a la que debe ser sometida su esposa.

Solamente recauda un quinto del montante necesario, pese a que en la mansión los billetes no son un problema para nadie. Más adelante, apiadándose de él, Marian decide llevarle la cantidad necesaria a su propio domicilio y lo hace en compañía de Cristian -Fernando Cuautle-. Para entonces, la ciudad ya está sitiada y las calles levantadas. La narración transcurre entre dos frentes: el asalto al lugar de la ceremonia y las vicisitudes de Marian, que no puede confiar ni siquiera en los soldados.

La tesis de este film no es nada optimista. Es como salir de Málaga y meterse en Malagón. Si el orden actual tiene muchos defectos, el que se pretende instaurar tampoco es un sueño dorado. Al final, tenía razón Winston Churchill cuando dijo que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Michel Franco arremete a la clase social dominante, pero el reemplazo es tan malo o peor. De la corrupción y el supremacismo se pasa a la violencia más cruel y perturbadora en la película en la que su responsable ha gozado de mayor presupuesto.

Desde el punto de vista fílmico, pocos reproches se le pueden hacer a Nuevo orden. Funcionan bien hasta los efectos visuales con una ciudad devastada mientras algunos monumentos bastante reconocibles son testigos de secuencias extremas, donde la violencia parece ser la única razón de ser. Ese detalle es, precisamente, lo que nos echa un poco para atrás.

El fondo es mucho más valioso que la forma y dentro de ese aterrador panorama que se nos plantea, tal vez el exceso de violencia opera como los árboles que no dejan ver el bosque. El mensaje queda más diluido de lo necesario. Pese a todo, no deja de ser una fábula que, en cualquier momento, puede convertirse en realidad. Y eso nos asusta. Entonces, tal vez, los crímenes y la crueldad que derrochan las imágenes, no nos parecerían tan exagerados.

From → Cine

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