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Yalda la noche del perdón (Yalda, la nuit du pardon) (***)

30 abril 2021
Yalda, la noche del perdón

El show de la vida y la muerte

En el Irán actual, una joven de 22 años es sentenciada a muerte tras matar por accidente a su marido, de 65. La única persona que puede salvarla es la hija del fallecido. Para ello, solo tiene que acudir a un conocido programa de televisión y perdonarla en directo. Cuesta hacerlo cuando ambas se ven obligadas a revivir el pasado.

Hace décadas que proliferaron en todas las latitudes los shows televisivos en los que la audiencia salvaba o condenaba a un acusado y su veredicto era aceptado por el sistema judicial. Una especie de jurado popular abierto a todos los telespectadores. En este film de Massoud Bakhshi va mucho más allá, porque la protagonista ha sido condenada a muerte y puede ser indultada si consigue el perdón de la persona a la que ha lastimado.

La acción transcurre prácticamente a tiempo real en Yalda. Supone la festividad de mayor tradición en Irán que se celebra en la noche más larga del año y supone el comienzo del período invernal. La televisión ofrece programas especiales coincidiendo con la efemérides y se recitan poemas de Hafez. En cuanto a La alegría del perdón es un espacio que enfrenta a los condenados con sus víctimas y es la audiencia quien vota por la sentencia definitiva, aunque la última palabra la tenga el ofendido. Si no se retracta, no habrá libertad para el reo.

Las miradas se fijan en Maryam Komijani -Sadaf Asgari-, una joven de veintidós años que ha sido condenada a muerte porque mató accidentalmente a su marido, Nasser Zia, de 65. Pudo haberle salvado la vida si hubiera reaccionado solicitando de inmediato la asistencia, pero los nervios se lo impidieron. Llega al plató acompañada por su absorbente madre. Allí le aguarda Ayat -Babak Karimi-, el productor del programa, y se espera la llegada de Mona Zia -Behnaz Jafari-, hija del fallecido.

La película ganó el Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Buena parte de ese mérito la tiene Massoud Bakhshi en su faceta de director más que en la de guionista. Su labor tras la cámara es impecable y proporciona a este drama un ritmo y un interés inesperado. Lidia con las dudas de ofrecer ese programa en una festividad tan señalada y navega con acierto a pesar de los vaivenes de las dos protagonistas y sus entornos. Se apoya en el trabajo de sus dos actrices principales.

Ambas mujeres eran amigas, casi como hermanas. Ahora, la independiente y moderna Mona se muestra altiva, casi impenetrable y muy ofendida. Cruza sus piernas en un visible gesto de superioridad. Todo lo contrario que Maryam, vulnerable, con escasos estudios y empequeñecida. Se desposó con Nasser después de mucha insistencia por parte de éste y de la presión de su madre. Fue un matrimonio temporal, en el que estaba prohibido que la mujer quedase embarazada. Sucedió lo contrario y el hijo nació muerto.

Los entresijos del espacio televisivo están mostrados con detalle. El ambiente no deja de ser claustrofóbico favorecido por la tensión palpable que emana de los responsables del programa y de los invitados. Aunque la puesta en escena, que se nutre del típico colorido iraní, mantiene su pulso, el guion comienza a desintegrarse. La emoción continúa, pero los asuntos trascendentes que debieran profundizarse se ofrecen con trazo grueso.

Temas como el interés económico, la ley del talión, el tráfico de bebés y otras cuestiones semejantes se subliman en aras de la emoción. El ojo por ojo faculta a Mona para que se tome cumplida venganza. No la puedo perdonar, dice, pero los patrocinadores del programa cubrirían una parte o toda la indemnización, según el veredicto de los espectadores. otra circunstancia inesperada implicaría, además, que alguien se llevase el doble de dinero de lo que le correspondería a la hija del difunto.

A todo ello se da carpetazo por la vía rápida en el desenlace. Las soluciones no se justifican adecuadamente y prima únicamente el ritmo, así como mantener interesado al espectador. Hay personajes, como la madre de Maryam que no llegan a tener el protagonismo debido, mientras las intrigas televisivas acechan. La cinta se abre con la muestra de grandes atascos en las autovías de Teherán. Una modernidad que contrasta con leyes y hábitos zoroástricos

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