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Rizi (Days) (***)

23 May 2021
Rizi (Days)

La soledad y el agua

Kang, de mediana edad, vive solo en una casa grande y necesita que un fisio alivie sus dolores. El joven Non ocupa un pequeño apartamento en Bangkok donde prepara platos tradicionales de su pueblo natal. Cuando Kang se reúne con Non en un cuarto de hotel, ambos hombres comparten su soledad.

Se apagan las luces y asistimos a un plano de más de cuatro minutos de duración en el que vemos a un hombre sentado, inmóvil, escuchando la lluvia caer. Con un inicio así, tenemos que plantearnos continuar porque nos esperan por delante más de dos horas. De esta forma, el acreditado cineasta malayo-taiwanés Tsai Ming-liang sublima sus habituales puestas en escena. Alcanza el punto más álgido y sospechamos que sin esperar concesiones de crítica o público. Simplemente, es lo que quiere hacer.

Si alguien está cansado o tiene una mala tarde, será mejor que deje este visionado para otro momento. Ming-liang exprime su sentido minimalista hasta un grado superlativo. Eso hará que muchos espectadores piensen que se han equivocado al optar por esta película, o simplemente se dejen ir en la butaca. Los menos, respaldarán este título que, desde el estricto sentido cinematográfico, se aproxima a una obra de arte. Absolutamente personal y absorbente si nos despojamos de todo prejuicio.

El hombre de mediana edad que mira la lluvia es Kang -Lee Kang-sheng-, habitual es las obras de ficción del director. Tiene un vaso de agua en la mesa que hay cerca de él. El líquido elemento está presente por todas partes, incluso en la piscina con peces de colores que se puede admirar en el patio trasero de su acomodada propiedad. No puede evitar la sed que está presente a lo largo de todo el film. La presencia constante de agua no evita el deseo. Un afán que se demostrará en cualquier aspecto del largometraje, incluida la pasión.

Su día a día es tan monótono como la presentación. Tras el culto religioso en un altar, se ocupa de las tareas domésticas. En contra, tiene un potente dolor de cabeza y de cuello que le impulsa a ir a la ciudad para buscar tratamiento. Así conoce a Non -Anong Houngheuangsy-, un fisio del que requiere sus servicios. Es un joven que vive en un pequeño apartamento de Bangkok que en su tiempo libre se dedica a preparar minuciosamente los platos tradicionales de su pueblo natal.

El encuentro que ambos mantendrán en la habitación de un hotel constituye el punto álgido de la película. Veinte minutos a plano fijo, con un movimiento imperceptible de la cámara que culmina centrándose en la espalda de Kang. Delicadeza es una palabra que bien podría definir la secuencia que transcurre ante nuestros ojos. El acercamiento entre ambos personajes es total. Ambos son unas sedientas almas solitarias que, momentáneamente, parecen calmar su ansiedad.

Non no cobra por ese servicio y recibe a cambio una caja de música que permite escuchar el Terry’s Theme de Candilejas. Otro guiño del autor, como tantos otros que, a pesar de su languidez, hay que leer entre líneas. Las palabras son escasas. Basta con algunos sonidos y una acción que parece transitar a cámara lenta. Todo en su contenido es minimalista. La fuerza hay que encontrarla por dentro, aunque para ello hay que estar preparados.

La esperanza se adueña del ambiente. Siempre queda esa ilusión, al menos, en dos personas que un día, en un determinado momento, se sintieron a gusto. Abstraídos de su rutina, de su soledad, encontraron un oasis. Remanso de felicidad que, quién sabe, tal vez en otro momento vuelva a aparecer a la vuelta de la esquina o debido a un dolor de cabeza.

From → Cine

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