En un barrio de Nueva York (In the Heights) (****1/2)

Paciencia, fe y un sueñito

Inspirado en un musical de Broadway, muestra a un grupo de vecinos del barrio Washington Heights situado al norte de la isla de Manhattan. El principal es Usnavi, dueño de un supermercado, que fue criado por su abuela y sueña con volver algún día a su lugar de nacimiento, la República Dominicana.

Todo aquel que pensase que tardaríamos en encontrar un film que nos reconciliara con el cine después de la pandemia, que vaya a ver esta película. Producciones como ésta logran que sacar una entrada y sentarse en una sala de exhibición sea una experiencia reconfortante. Se centra en Washington Heights, un barrio neoyorquino situado en la parte norte de la isla de Manhattan. Mayormente poblado por inmigrantes latinos, uno de sus habitantes más ilustres es Lin-Manuel Miranda.

Con el musical de cuyo texto fue responsable Quiara Alegría Hudes consiguió hacerse con un nombre en Broadway, lo que refrendaría posteriormente con Miranda. En esta transposición cinematográfica deja el papel protagonista, Usnavi de la Vega, a Anthony Ramos, reservándose un secundario vendedor ambulante. Quédense con piragua, una de sus ofertas. El texto de la propia Quiara ha sido convenientemente remozado para mostrarnos una doble historia romántica, pero también los sufrimientos de la gente del barrio.

Todos los inmigrantes latinos tienen un sueñito, equivalente a la morriña, la saudade o la nostalgia. El de Usnavi es regentar el chiringuito playero que fuera de su padre en una playa paradisíaca de la República Dominicana. Está enamorado de Vanessa -Melissa Barrera-, que desea convertirse en diseñadora y asentarse en el centro. Trabaja en un salón de belleza dirigido por Daniela -Daphne Rubin-Veha, quien sí ha visto cumplirse su anhelo de mudarse al otro lado del puente junto a sus fieles chismosas Carla y Cuca.

Ellas aportan la parte más graciosa, al tiempo que tenemos a otra pareja. Benny -Corey Hawkins- trabaja en la empresa de automóviles de Kevin Rosario -Jimmy Smits- y está enamorado de su hija Nina -Leslie Grace-. La primera de los suyos admitida en Stanford, donde tiene que lidiar con una comunidad blanca que la desprecia. Pero más de 140 minutos no se reducen al baile y a la música. Hay otras lecturas en este complejo y espléndido trabajo que inserta palabras en español tanto en los diálogos como en las letras de las canciones.

Sonny -Gregory Diaz IV-, sobrino del protagonista, es un dreamer. Un sin papeles dispuesto a luchar para cursar unos estudios superiores que se le niegan. Su padre –Marc Anthony- acepta que Usnavi le ayude en lo que pueda. Y la abuela Claudia, cuyo personaje dobló Olga Merediz desde las tablas. Es la gran madre de todos, aunque no lo sea de nadie. Suya es una de las secuencias más emotivas. Paciencia y fe es su lema.  ¿Vale más disfrutar de las estrellas sin nada con que alimentarte o comer caliente tras matarse a trabajar en un universo de asfalto?

El texto, decíamos, es actual y lleno de matices. Parte del apagón de julio de 1977 en Nueva York durante un par de jornadas de inmenso calor. La música no se queda atrás. Todo lo contrario. Hay momentos en los que el baile puede ponerte los pelos de punta, pero la canción en el barrio reivindicando los orígenes de cuatro países hispanos, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y México, nos lleva al éxtasis. A ello se une una interpretación de gran fortaleza en la que las mujeres están por encima de los varones.

Se puede discutir la fotografía ensoñadora, el vestuario, o un final que esperábamos más potente, secuencia post créditos al margen. Lo que no admite réplicas es la agilidad del montaje y, sobre todo, la magnífica labor de dirección de Jon M. Chu. No se le esperaba y sin embargo vuela a una altura en extremo elevada. Desde la utilización de una gran piscina, con excelente coreografía, hasta la sorprendente secuencia de amor en los balcones entre Nina y Benny. Por no hablar de las calles. Es el sonido del barrio, y suena como una afinada sinfonía.