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Nora (*1/2)

5 septiembre 2021
Nora

Viaje introspectivo

Nora recibe como herencia de su abuelo fallecido una vieja furgoneta. Será entonces cuando emprenda un viaje por la costa del País Vasco para depositar las cenizas de su abuelo junto con las de su abuela. En esta etapa descubrirá lo que verdaderamente estaba buscando y lo perdida que se encontraba hasta ese momento.

Hay veces que crees que no llegas a ninguna parte, pero en realidad sí que has llegado a algún sitio. Esa es la filosofía de esta propuesta de Lara Izaguirre en la que, como sucediera en Un otoño en Berlín vuelve a penetrar en la psique femenina. Ahora se centra en una mujer de treinta años cuyo futuro parece no existir.

Nora -Ane Pikaza- intenta una actividad laboral muy apetecible fuera de España mientras cuida a su abuelo -Héctor Alterio- y a los hijos de su amiga Mery -Naiara Carmona-, quien regenta una peluquería. Sus aspiraciones parecen estrellarse contra un muro infranqueable cuando no es aceptada en el trabajo al que aspira y su abuelo fallece dejándole en herencia una vieja furgoneta a Dyane 400. La protagonista apenas sabe conducir pero, aunque no lo sepa, está a punto de iniciar el viaje de su vida.

Hay varios ejemplos últimamente de historias que se centran el llevar el cuerpo o las cenizas de un difunto a un lugar determinado. Bien para que descansen junto a la que fue su pareja en vida o por cumplir el deseo de transportarlas a un determinado lugar. Sucede algo semejante en este caso, cuando Nora toma los restos de su familiar y se embarca con Mery y los niños en un viaje que supuestamente durará dos días. No tardará en dejar tirados a sus acompañantes y proseguir sola su periplo, aunque no parezca llegar a ninguna parte.

El relato se centra casi exclusivamente en su protagonista. Nora parece decantarse por los dibujos y la pintura. En el arte encontrará su destino y Ane Pikaza aprovecha para lucir sus trabajos en esta materia, algunos de ellos muy sugerentes. Es lo más valioso en una road movie cuyos elementos colaterales no terminan de ajustarse. Con un padre comprensivo -Ramón Barea-, la muchacha encuentra en su madre un profundo escepticismo. El personaje recupera a Klara Badiola, actriz de cine comprometido a comienzos de los ochenta.

El resto de las cuestiones hay que apuntalarlas o imaginarlas, incluida la relación de Nora con sus padres y el desplazamiento de estos a Sudamérica. Habitualmente, este tipo de historias suponen un viaje iniciático. Lo que hace este personaje central es encontrarse a sí misma. Solo otras dos mujeres, una librera y una empleada de una gasolinera, suponen sendos puntos de apoyo frente a todos los reveses que sufre, incluidas las relaciones sentimentales.

Jon -Kepa Errasti- dice que no puede hacerlo sin ofrecer más explicaciones. Un antiguo amor al que dejó plantado tiene una nueva relación y está a punto de ser padre. Otros contratiempos parecen más leves, como la imposibilidad de dejar los restos de su padre en una lápida del cementerio sin obtener los permisos correspondientes. Por cierto, ¿Quién pone flores frescas en esa tumba?

La cinta va a impulsos. En ocasiones es afectiva, tanto como distante en otras. Muchos de los comportamientos de los distintos personajes resultan cuando menos extraños. El trabajo de Lara Izaguirre es competente, como también el de su actriz protagonista. Su trabajo es mejorable, aunque los dibujos aportados por la propia Ane Pikaza proporcionan un soplo de aire fresco.

From → Cine

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