El universo de Óliver (4/10)

Óliver es un chico en plena etapa de cambios, no solo en su cuerpo sino también en su vida. Cuando se muda a una ciudad nueva, con la dificultad que eso conlleva en tema de amigos y colegio, encontrará consuelo en las estrellas y en concreto en el Cometa Halley, que está a punto de pasar ante sus ojos.

La novela de Miguel Ángel González ha servido para que el algecireño Alexis Morante debute en el largometraje de ficción después de habernos dejado documentales muy atractivos sobre Camarón, Alejandro Sanz y Héroes del Silencio. Por eso ha prestado especial atención en el apartado musical, que en este caso ha corrido a cargo de Julio de la Rosa. La historia se centra en un niño de trece años que llega con su familia a la casa de su abuelo en el Campo de Gibraltar en vísperas del último paso del cometa Halley en el siglo XX.

Óliver -Rubén Fulgencio- es quien soporta prácticamente el hilo de la propuesta. Su dejado padre –Salva Reina-acumula deudas por donde quiera que pasa y no se afana por encontrar trabajo. El desahucio planea sobre la casa de su progenitor –Pedro Casablanc-, al tiempo que su esposa -María León- se resigna sin querer abandonar a su marido y a sus dos hijos. Joel es el pequeño. En una barriada marginal de la ciudad, el protagonista acude a un nuevo colegio, encuentra otros amigos y descubre el amor en la figura de una chica gitana.

El fútbol y el cometa

Al otro lado de un muro donde los chavales juegan al fútbol viven unas familias a quienes todos evitan. Los componentes de una pandilla de muchachos de más edad emergen como los matones de la zona. Un contexto en el que destaca la imaginación del personaje central, la unión prácticamente cósmica con su abuelo, a quienes apodan El majara, y la ilusión por el paso, en 1985, del cometa Halley. Son los mimbres en los que se asienta esta producción que debe dirigirse por fuerza a un público de corta edad.

A pesar de los cuatro guionistas, incluido el director y el autor de la novela, la historia no consigue acertar con el ritmo adecuado. Los personajes, salvo el caso de Óliver, están perfilados, pero nunca llegan a concretarse y el partido de fútbol, que constituye uno de los puntos centrales, tampoco consigue la emoción necesaria. Morante se muestra mucho más efectivo con la cámara que en la forma de hilvanar las secuencias. Apoyado en la fotografía de Carlos García de Dios, muestra planos sugerentes y con ello ensalza el entorno de la bahía.

Toca, además, ciertos aspectos sociales de interés, como la falta de trabajo, la droga, los enfrentamientos juveniles y la situación familiar de la época. Por todos ellos pasa casi de puntillas sin que en ningún momento consiga meterse a fondo. Incluso, las gamberradas de los chavales parecen anécdotas. Por eso, a la película le cuesta despegar más allá de la desbordante imaginación del personaje central y su relación con el pequeño mundo que le rodea.

Fecha de estreno: 13 de mayo de 2022 (112 minutos).