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Testigo (La mécanique de l’ombre) (***)

8 junio 2017

Un administrativo en paro recibe la llamada de un enigmático hombre de negocios para ofrecerle un trabajo bien remunerado pero que no debe cuestionar en ningún momento su naturaleza. De esta forma, el protagonista se entera de primera mano de la perpetración de un crimen, así como se hechos oscuros relacionados con la política del país.

El cine nos ha dejado muchos ejemplos de personas que se aplican en transcribir conversaciones telefónicas. Ese es el epicentro de este thriller político escrito por un acreditado guionista francés, Yann Gozlan y que le ha servido a Thomas Kruithof para ultimar su primer film como director. La historia se centra en Duval –François Cluzet- un personaje estricto con su trabajo que pierde su empleo después de una mala jugada por parte de unos superiores.

Han pasado varios meses y Duval, ahora diverociado, padece de insomnio debido a su falta de ocupación y, aunque se abrazó inicialmente a la bebida, lleva un año sin probar el alcohol. No por ello deja de asistir a las reuniones de desintoxicación, donde conoce a Sara –Alba Rohrwacher-, quien acude por primera vez a una de estas sesiones en grupo. Tras ser rechazado en diversas empresas, recibe una enigmática llamada ofreciéndole una ocupación. La cita en la desértica zona financiera parisina un sábado por la mañana. Un tal Clement –Denis Polaydès- le ofrece mil quinientos euros a la semana por transcribir diariamente unas conversaciones grabadas en cinta. Ha de ser metódico tanto en los horarios como en sus actos, y destruir cualquier folio en el que se equivoque o que no deba ser archivado.

Aparentemente, en un empleo muy beneficioso para él, pero paulatinamente se complica cuando los protagonistas de las escuchas son policías y políticos. Incluso, tiene acceso a datos muy delicados en relación a la postura gubernamental y de la oposición con respecto a unos rehenes franceses en un país africano. Finalmente, escucha lo que puede ser un asesinato. Mientras, otro personaje, Gerfaut –Simon Abkarian- irrumpe a diario en su cuarto de trabajo y, afirmando que trabaja para Clement, le insta para que le ayude a robar pruebas incriminatorias.

La situación para el escriba resulta todavía más dramática cuando tiene lugar un homicidio en su presencia y el comisario Labarthe –Sami Bouajila-, uno de los protagonistas de las conversaciones grabadas, le muestra una foto en la que aparece en la escena del asesinato. Por tanto, o colabora con las autoridades o se le acusará directamente. Por tanto, no tiene escapatoria y las dos opciones representan riesgos importantes, máxime cuando todos buscan un teórico dosier incriminatorio ordenado por el responsable de esas escuchas fuera de la ley. Incluso, tras rebuscar en casa de Duval, secuestran a Sara, quien accidentalmente se encontraba en su domicilio.

La cinematografía francesa está salpicada de buenos ejemplos dentro del thriller político y esta propuesta no es ninguna excepción. El guion está elaborado con acierto y la tensión va en aumento conforme avanza el film. Hace de su personaje central una víctima. No es que estuviera en el lugar equivocado en un momento dado. Simplemente, es la consecuencia de una crisis económica que se llevó por delante muchas empresas y, con ello, una gran cantidad de puestos de trabajo. Por su estado actual, y su edad, acepta cualquier empleo. Máxime si supone unos ingresos interesantes.

Con esta denuncia del sistema, se mete el bisturí de manera profunda en tejemanejes políticos que desembocan en engaños sociales. Afectan a todos los estamentos, desde el Gobierno a la oposición, pasando por intereses extranjeros y afectando al mismísimo cuerpo de policía. La puesta en escena de Kruithof es correcta, aunque presuntamente mejorable. Con la música de Grégoir Auger, convencional y ajustada a este tipo de relatos, opta por colores fríos, algunos fundidos exagerados y ciertas composiciones que podrían ser más afortunadas.

De todas formas, nada que desentone demasiado hasta la parte final, cuando la resolución no es del todo óptima y la narración muestra más fuerza que las imágenes. Se muestra más cómodo en los primeros planos y en las reacciones de sus personajes que cuando surge un mínimo de acción. En esas secuencias resulta menos imaginativo y permite que se pierda bastante de la fuerza que posee un guion muy aceptable escrito por el autor de Un hombre perfecto.

From → Cine

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